Rumbos

EL DIA QUE MESSI SE INTOXICO

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A los nueve años, Lionel Messi fue a jugar con Newell’s Old Boys la Copa Amistad, un torneo sudamerica­no en Lima, Perú. Allí, se hospedó en la casa de uno de los niños de un equipo local. La noche anterior al partido, Messi comió pollo frito, la comida peruana por excelencia, y se intoxicó. Al otro día, y a pesar de los retorcijon­es y la mala noche pasada, Lío se negó a ir al hospital, pidió una Gatorade y salió a la cancha. Su equipo derrotó al Cantolao por diez a cero y Messi hizo nueve de los diez goles. “El no quería llegar a ninguna parte, jugaba fútbol, no sé si pensaba llegar a lo que es –cuenta en el libro William Méndez, el hombre que lo hospedó–. No creo que lo demás le importara mucho. El tipo ya era excepciona­l, jugaba igual que como tú lo ves ahora. Lionel era y es feliz jugando a la pelota, y hay muchos que llegan y se olvidan de jugar. Mira, tu podrás decir muchas cosas de Maradona, pero a mí me parece que al tipo le gustaba jugar al fútbol con o sin la plata”.

¿Tráfico de niños?

Resulta muy difícil saber, determinar, afirmar, si esta práctica es, o no, tráfico de niños. En un negocio donde las partes están de acuerdo y, sobre todo, donde circula mucho dinero, todo resulta muy difuso.

“El fútbol cubre todo y el fútbol transforma todo en fútbol. Entonces, si un niño se va a otro país a trabajar cosechando algodón o recogiendo frutas se lo considera esclavo infantil –explica Meneses–. Pero si hace lo mismo pegándole a una pelota para llegar a ser un jugador que triunfa en Europa, se le llama futuro crack. Es una línea muy delgada, muchos están viendo esto como tráfico.”

Entre los niños futbolista­s, los argentinos son los que más se exportan, seguidos de los brasileños, que son los más caros, y los uruguayos, que se adaptan a todas las condicione­s, y en su gran mayoría tienen pasaporte europeo. La paradoja de todo esto es que, de tanto hacerse los distraídos, en Europa ni se dan por enterados. A partir del libro de Meneses, el Sindicato Mundial de Futbolista­s hizo un pedido a la FIFA para regular la venta de chicos. El periodista cuenta, todavía sorprendid­o, que lo llamaron de ese sindicato para preguntarl­e cómo solucionar el tema. “Yo les dije: ¡No tengo idea, ahí tenés el libro, los que tienen que solucionar­lo son ustedes!”.

Si bien la FIFA hizo un tímido y vano intento en 2010 por controlar el flujo de niños a Europa, el resultado, nulo, es evidente. Unos meses después del anuncio, el Real Madrid presentaba en conferenci­a de prensa a su nueva figura: Leonel Angel Coira, un pibe argentino de siete años. “Yo creo que la FIFA trata de que este tema no se toque, porque pincha la telenovela de los hombres, que es el fútbol. Como toda telenovela tiene que tener un final feliz, chicos que salen de pobres y triunfan. Pero los que van quedando en el camino, que forman parte de la verdadera historia, no se encuentran”.

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