“Mi ciudad flotante no es una utopía”
Vanguardista e incansable, dedicó su vida a explorar desde la plástica, la escultura y la poesía los infinitos lazos del arte y las ciencias. A los noventa años, sus llamativas y originales obras siguen haciendo historia, esta vez con una muestra única qu
El Museo Kosice, en el corazón del barrio de Almagro, en Buenos Aires, está lleno de niños. Gyula, el artista plástico, el escultor, el poeta, está rodeado de un enjambre de chicos que miran, que preguntan, que quieren tocar. En esta vieja casona hay una centena de llamativas y originales obras de acrílico, agua y luces de neón y esculturas de todas las épocas y estilos que son patrimonio exclusivo del museo-taller de este artista polifacético que está
rumbos
al borde de los noventa años y sigue trabajando día a día. “Es lo que lo mantiene vivo”, dice Max, guía del museo y asistente personal.
Gyula Kosice acaba de cumplir un sueño, un deseo de larga data. El 20 de octubre, el Centro Pompidou de París inauguró la Sala Kosice y el Arte Concreto, en el marco de la muestra “Modernidades Plurales” (1905-1970), un recorrido de la historia mundial del arte moderno en más de mil obras de cuatrocientos artistas. Es la primera vez que el prestigioso centro cultural parisino le dedica un lugar exclusivo a un artista argentino. Allí se exponen obras de las décadas del 40 y el 50 y también algunas más recientes de este artista de vanguardia, consagrado como precursor del arte concreto y madí, cinético, hidrocinético y lumínico. La muestra permanecerá abierta al público hasta enero de 2015.
“Vino una curadora interesada en mi trabajo. Reunimos las obras, las mandamos y gustaron mucho”, contaba Kosice en su taller poco antes de viajar a París para la inauguración. “También quería llevar por lo menos tres obras hechas el año pasado y lo aceptaron”.
Gyula Kosice nació en Kosice, Hungría, en 1924, y vino a la Argentina con sus padres y dos her-