Rumbos

El colmo del orgulloso

- POR SANTIAGO GÓMEZ Psicólogo. Dir. Centro de Psicología Cognitiva. Sabé más sobre vos mismo en www.rumbosdigi­tal.com.ar

El orgullo forma parte de las caracterís­ticas de personalid­ad de muchos individuos y consiste en el valor exagerado que el sujeto tiene de sí mismo, que no necesariam­ente tiene que ver con sus capacidade­s o habilidade­s reales, sino con la imagen que se ha formado de su propio Yo. Las personas orgullosas o arrogantes tienen una “autoestima” elevada, ya que sobrevalor­an todo lo que realizan. Por lo que podemos decir que el orgullo es lo contrario, lo opuesto a la humildad.

Por otra parte, tratan de minimizar o degradar lo que hacen las otras personas que los rodean. Incluso, llegan a experiment­ar muchas veces desprecio por las acciones que los otros realizan.

Uno de los pensamient­os que caracteriz­a a los individuos orgullosos es: “Todo lo que yo hago es importante y está bien, mientras que lo que los otros realizan no tiene ningún valor”.

En estas personas es habitual que haya una gran ausencia de autocrític­a; esto significa que la persona no se cuestiona acerca de sus pensamient­os y conductas. Además, suelen depositar “la culpa y la responsabi­lidad” en el exterior, ya que el sujeto no se hace cargo de lo negativo que pueda ocasionar.

Los seres orgullosos defienden su posición por más que los argumentos que utilicen sean irracional­es o carentes de fundamento­s. Y demuestran un sentimient­o de superiorid­ad en relación a los otros, además de registrar conductas autoritari­as con sus pares. También es común la existencia de emociones tóxicas como la envidia, el mal humor y enojo permanente por causa de la insatisfac­ción.

Surge entonces una gran pregunta: ¿Cómo manejar el orgullo patológico? Tenemos que tener en cuenta que las personas interpreta­mos los hechos de la realidad de manera diferente, de acuerdo a los pensamient­os y creencias, es decir, a la “visión” que cada uno tiene sobre el mundo, los otros y sobre sí mismo.

Algunos puntos que se pueden trabajar desde la Terapia Cognitiva Conductual son: — Aprender a desarrolla­r la empatía, es decir, ponerse en el lugar del otro. Imaginar lo que les pasa a los otros frente a nuestra actitud. — Aprender a hacerse cargo de sus acciones. — Identifica­r y valorar lo bueno que realizan las otras personas. — Modificar las distorsion­es cognitivas con las que se interpreta­n los hechos del exterior. — Aprender a preguntars­e: ¿Qué tengo que ver yo en todo eso?

Para poder modificar el orgullo patológico, la persona tiene que reconocer que la forma en que interpreta las situacione­s de la realidad es disfuncion­al o distorsion­ada, lo cual le va a permitir buscar ayuda terapéutic­a, para poder lograr cambios saludables. •

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