NO HABLES DE MÁS
Si hay problemas con la cuota alimentaria o si uno de los padres no ve a los hijos todo lo que quisiera porque el otro se lo impide, lo mejor es intentar llegar a un acuerdo. Y si hablar es difícil y entenderse imposible, para eso está la ley: que se reúnan los abogados de familia y acuerden un camino a seguir.
Mezclar los conflictos ligados a la economía con la cotidianidad de los chicos es el peor error. Hay que evitar que los niños se pongan de “uno de los dos lados”. Donovan explica: “Cuando los padres se separan suele ocurrir el llamado conflicto de lealtades. Es decir, los niños se encuentran en el medio, tironeados a causa de las peleas adultas. No saben cómo manejar la situación, por eso es fundamental que los hijos no tomen partido. Los padres no deben criticarse entre sí, ya que esta situación genera sentimientos ambivalentes y confusión, cuando los niños necesitan la presencia, el amor y la contención de ambos”. •