¿TENÉS 5 MINUTOS?
1. Hablá. Contar lo que te pasa puede hacerte desahogar la amargura por un rato. 2. Mirá a tu alrededor. Mirar el noticiero, leer el diario, ir a trabajar y hablar con la gente te ayudará a entender que los demás también sufren y es parte de la vida. 3. Confrontá. Si la situación lo permite, puede ser muy bueno confrontar a la persona que te hizo mal. 4. Reflexioná. Es importante que te des cuenta del daño físico y mental que la amargura te genera. señala la experta. “Tanto el paciente como algunos psiquiatras creen que el medicamento resuelve el problema, pero lo agrava. Si no se descubren las causas del dolor, este vuelve y cuanto más tiempo pase desde el suceso causal, es más difícil descubrir su origen y por ende solucionarlo”, agrega Calabrese.
El primer paso para salir del estado de amargura es conectarse con la causa del dolor, desocultarla, para poder analizarla y que luego se disuelva y sane.
Una persona amargada que quiere cambiar su situación debe intentar darle un sabor diferente a la vida. No tiene que ser algo asombroso, puede cambiar la dirección por la que habitualmente camina. Para abandonar esa sensación, que es consecuencia de la pérdida de deseo, alguien que sufre de amargura no debería ceñirse a una rutina estricta.
“Para no sentir amargura, la idea es salir a buscar experiencias que liberen dopamina. Las principales actividades que lo provocan tienen que ver con el ejercicio físico. El aeróbico es, sin duda, uno de los mejores”, explica Read Monteague, profesor de Neurociencia y autor de Tu cerebro es (casi) perfecto: cómo tomamos decisiones, y agrega que la dopamina es uno de los principales neurotransmisores del cerebro, responsables de que sintamos alegría y felicidad.
La actividad física, sin embargo, no lo es todo. Ayuda, pero de a poco tenemos que ir por más: también es necesario y saludable que dejemos ir el dolor y el resentimiento. Richard Davidson, profesor de Psicología de la Universidad de Wisconsin, asegura que el perdón es una decisión consciente para dejar de lado la amargura, abandonar el rol de herido u ofendido y seguir adelante con la vida. •