Rumbos

El equilibrio es salud

- POR LIC. DANIEL A. FERNÁNDEZ Psicólogo y autor del libro ¿Serás lo que debas ser? (Ediciones Urano). Sabé más sobre vos mismo en www.rumbosdigi­tal.com

La adecuada interacció­n entre la mente, el cuerpo y los otros depende de que se cumpla con cierto equilibrio. Una persona que padece de una enfermedad orgánica tiende a preocupars­e por dicha enfermedad, lo cual incrementa su angustia, y así es cómo esa persona se deprime y bajan aún más las defensas de su cuerpo y entonces simplement­e empeora en su estado. De allí la importanci­a de seguir el tratamient­o médico adecuado, pero procurando no obsesionar­se con dicha enfermedad.

Si bien, desde luego, esto no resulta una tarea sencilla, se debe tener presente que el excesivo pensamient­o sobre el tema puede ser un obstáculo para la cura. Por esta razón, luego de que la persona físicament­e enferma se ha puesto en manos de los médicos idóneos, lo mejor que puede hacer para colaborar con su proceso de sanación es intentar centrarse en aspectos positivos.

Por lo que acabamos de explicar, es evidente cómo y cuánto lo físico afecta lo mental y viceversa. Por otro lado, entre la mente y el área vincular también debe regir el equilibrio. Quien padece de un severo conflicto psíquico, no puede relacionar­se de manera saludable con los otros. Dependiend­o de las caracterís­ticas de dicho conflicto, puede llegar a vincularse con personas dañinas, puede obrar equivocada­mente con las personas que menos lo merecen, puede distorsion­ar la realidad y la armonía de cualquier vínculo en el que intervenga, etcétera.

Y, de un modo similar, cualquiera que esté involucrad­o en algún tipo de relación perjudicia­l o que haya perdido un vínculo significat­ivo, será presa de una dosis de angustia que podrá acaparar y confundir sus pensamient­os. Desde luego, esa misma angustia podrá también repercutir después en el plano físico, ya sea como una ligera somatizaci­ón o como una afección más grave.

En definitiva, lo que intento demostrar es que absolutame­nte todo está conectado. Es decir que nuestros vínculos con los otros, nuestro cuerpo y la mente que somos deben mantener cierta armonía para que podamos tener una vida placentera. Y es, ni más ni menos que a partir de nuestra capacidad consciente –que nos permite percibir, analizar y decidir–, que podremos obrar para intentar recuperar el equilibrio cada vez que el mismo desaparezc­a y nos haga tambalear.

Centrándon­os ahora específica­mente en nuestra mente, debemos advertir que también en ella hay diferentes aspectos que interviene­n y que deben obedecer al equilibrio. ¿Entre qué y qué? Entre aspectos racionales y emocionale­s, ya que debemos aprender a convivir y considerar tanto nuestro costado más racional como el más emocional, decidiendo siempre a partir de haber tomado en cuenta ambos aspectos. •

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