Deambuló por los cafés de la bohemia, la universidad, las pensiones de medio pelo y probó la vorágine del juego.
teatro y luego llevada al cine.
Todas sus novelas tienen fuerza y realismo, pero considero que las mejores son La pampa y su pasión (1926), Miércoles Santo (1930) y Hombres en soledad (1938): en ellas siguió el naturalismo de Balzac, Flaubert, Galdós y Zolá.
Escribió varias novelas históricas: La muerte en las calles, sobre las invasiones inglesas y un ciclo sobre la guerra civil argentina: El gaucho de Los Cerrillos, El general Quiroga, La ciudad pintada de rojo, Tiempo de odio y angustia, Han tocado a degüello, Bajo la garra anglo-francesa y A sí cayó don Juan Manuel.
Las novelas sobre la Guerra con el Paraguay son excelentes: Los caminos de la muerte, Humaitá y Jornadas de agonía. También escribió las biografías de Juan Manuel de Rosas, de Sarmiento, Yrigoyen, Ceferino Namuncurá (El santito de la toldería) y otras.
Preocupado por el choque de ideas en el siglo XX −catolicismo, comunismo, liberalismo−, dice un estudioso que “las vivió, las sufrió y las metió en sus obras, encarnadas en distintos personajes. Por eso su novelística trasunta las inquietudes de su tiempo”.
Fue católico declarado y aún hoy criticado por ello; admiró durante un tiempo a Mussolini, tuvo poca simpatía hacia Inglaterra y los Estados Unidos, fue rosista y dijo en un momento: “Yo no siento la menor ternura por la democracia”.
En 1932 enviudó, volvió a casarse y escribió sus Memorias, un friso de la literatura de su tiempo. Fue nacionalista hasta su muerte (1962), en Buenos Aires. Sería deseable que se reeditaran algunas de sus obras, fiel reflejo de una época.
Sugerencias: buscar, en usados, sus novelas; ver la película Nacha Regules (1950), dirigida por César Amadori, con Zully Moreno y Arturo de Córdoba, Premio Cóndor Académico. •