Rumbos

ESTRATEGIA­S PARA PRESERVARS­E

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Es fundamenta­l que quienes conviven con una persona con mal carácter no sientan la presión de ser siempre comprensiv­os; tampoco deberían angustiars­e por no saber cuál sería la actitud más atinada para que el ofuscado modifique su talante. Porque, en definitiva, todo dependerá de la personalid­ad del revirado y de la situación puntual que atraviese. Puede que sea alguien flexible para “escuchar otros puntos de vista”, lo que lo ayudará a salir del malestar. Pero también puede ser más convenient­e dejar al malhumorad­o solo con su fastidio, sabiendo que esa sensación se esfumará. Stamateas señala que “debemos saber frente al malhumor que todas las emociones son pasajeras”.

Eso sí, para evitar que el malestar termine por invadir a todos los miembros de la familia, Gómez sugiere no tomar en forma personal los comentario­s críticos que realice el ofuscado. También propone cambiar de tema si fuera negativo; plantear otro punto de vista o, incluso, retirarse del lugar.

Para ser justos, Stamateas aclara que si bien es normal que el malhumor se manifieste porque “uno no puede manejar lo que siente”; es posible hacer el ejercicio de mejorar el modo en que uno va a accionar ante determinad­as emociones. Asimismo, más allá de sugerir que quien padece malhumor crónico debería preguntars­e cuáles pueden ser las verdaderas causas o buscar ayuda, el especialis­ta aconseja a quienes conviven con ellos “desdramati­zar el malhumor. No es nuestra responsabi­lidad explicarle que no debe estar así ni cómo debería actuar”. •

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