Viviendo con un malhumorado
Puede ser la pareja, un hijo o un hermano. Cuando hay alguien con carácter difícil en casa, más vale tener algunas estrategias para hacer de la convivencia un espacio armónico y divertido.
Es agotador cuando alguien en casa se queja de manera constante, refunfuña por nimiedades, se focaliza en lo negativo, se irrita fácilmente, se muestra disconforme, contesta mal o protesta tanto como respira.
Así, la convivencia se vuelve intolerable. Sin embargo, para evitar llegar a la situación límite de abandonar a esa persona o de resignarse a padecerla por tiempo indefinido, es importante intentar comprenderlo pero también, poner en práctica algunas estrategias para lograr una vida juntos más armónica. ser un rasgo propio de un cuadro depresivo, de una situación de insomnio o de una pérdida”, tal como sugiere el reconocido psicólogo Bernardo Stamateas. A su vez, explica que “una persona malhumorada en muchos casos es alguien frustrado” a partir de no haber podido alcanzar logros puntuales en su vida familiar, personal o profesional. Y, ante esa situación, reacciona con enfado o con tristeza. “El mal humor es un enojo constante y constituye una fuerza frente a un obstáculo que se presenta en el camino y que sentimos que nos impide avanzar. Esa energía habría que utilizarla para remover la piedra, no para lastimarnos a nosotros mismos ni a los demás”, sugiere el especialista. Sin embargo, precisamente a quien se caracteriza por su displicencia le cuesta comprender esa posibilidad. Y es así que quienes comparten el techo con ella, lo padecen.