TODO TIENE UN LÍMITE
Lo cierto es que aun comprendiendo el origen del mal genio ajeno, no hay por qué soportarlo hasta el infinito. Pero, ponerle límites al malhumorado “es difícil porque el sujeto justifica su estado de ánimo, culpabilizando generalmente a factores externos y no a la forma negativa en la que interpreta los hechos de la realidad”, advierte Gómez. Por eso, a la hora de lidiar con alguien así –que, por otra parte, tiene muchas otras cualidades que nos hacen elegir tenerle paciencia– lo mejor es “aprender a cuidarse del malhumorado, utilizando la reflexión, hablándole con una actitud positiva y reafirmando el optimismo”. En la misma línea, el especialista resalta que “el objetivo es cuidarse uno; no tratar de cambiar al otro”.