Pastelera rebelde
Tenés una propuesta masiva y a la vez muy cuidada, ¿es posible combinar las dos cosas? Falta mucho para lo masivo, aunque sí, le doy de comer a mucha gente. El crecimiento tiene que ser medido para poder cumplir con el concepto de Pani, que hace honor a lo casero, abundante y fresco. Siempre estás pensando en dar vuelta a preparaciones clásicas para un público joven. ¿Cómo es el proceso creativo de los platos? Pienso en lo que me tienta a mí y busco combinar sabores que parezcan irreconciliables ¡y en donde puedo meto lo agridulce! ¿En qué te inspiraste para encontrar la estética de tus restaurantes? Cada local responde a un momento de mi vida. El primero es más naif, más “claro” y floreado. El segundo fue consecuencia de un viaje a Oriente y me cautivaron sus colores y la luz. El tercer local está en el microcentro porteño y decidí hacer algo anti clásico, un poco de ruido en el centro para los que buscan sitios diferentes. El último tiene una estética mediterránea que responde a un momento más maduro mío. ¿Podés explicar qué es el teanner? Así como existe el brunch –que surge de la combinación de dos palabras y comidas del día, breakfast + lunch–, en una reunión familiar alguien dijo “vos deberías hacer el brunch, pero para la tarde”. Y así surge la palabra teanner, un tea + dinner. En la Argentina se come a la noche tarde, pero es distinto en otros lugares del mundo. Entonces quise traer esa costumbre: para los que gustan de comer temprano en la semana y combinar sabores, sirvo el teanner, un poco salado y un poco de dulce. El nombre ya tomó vuelo porque lo leí en otros restaurantes.