El terror hace escuela
Es contradictorio y hasta existe cierta cuota de morbo al hacer turismo en un lugar tan lleno de crueldad y humillación, tan siniestro como Auschwitz. Aunque a la vez se entiende el “atractivo” de estos lugares sombríos que le permiten a la gente pensar y considerar la muerte desde una distancia… cómoda. que, ante la pérdida natural de los sobrevivientes, lugares como éste tienen la responsabilidad de ser guardianes del legado histórico que ellos se propusieron como centros de reflexión”.
Hay bastante cola para entrar al campo de concentración. Es entendible y no tanto: todos quieren fotos, junto a la barrera levantada, debajo de la famosa puerta con la inscripción “Arbeit Match Frei”. Y causa pudor quienes posan sonrientes tomándose una selfie. Lo pensamos y casi todos quisiéramos “esa” foto en ese lugar tan emblemático pero se imponen el sentido común y la vergüenza.
Cruzando el arco de entrada, Magdalena, nuestra guía cracoviana que será protagonista a la hora de orientar al contingente “español”, nos detalla algunas condiciones para entrar a Auschwitz. No están permitidos bolsos grandes, metales, ni tampoco comida. Nos registran como si fuera un aeropuerto. “Recibimos muchas amenazas”, acota.
Se sabe, no es para cualquiera peregrinar por los pasillos de las barracas y menos por los alrededores a