Patagonia escondida
El norte neuquino cautiva al viajero con su identidad, tradición e historia pero termina de enamorarlo con su variedad de paisajes y diversidad de atractivos. En esta nota te contamos por qué vale la pena incluirlo en tu lista de “viajes pendientes”.
No es la región más conocida, ni la que ilustra las típicas postales patagónicas; sin embargo, el norte neuquino concentra tantos atractivos que resulta un poco injusto que no goce de la misma popularidad que otros destinos provinciales. Aquí es difícil reconocer la huella del turista, pero los que llegan tienen para elegir dentro de un abanico de opciones que van desde trekking y andinismo en cerros como el Domuyo o el volcán Tromen, hasta pesca deportiva en ríos y lagunas, arqueología, termas y fiestas populares, entre las que se destaca la del chivito, máximo exponente de la gastronomía regional. Además de sus bellos paisajes, enmarcados por montañas y atravesados por la Cordillera del Viento, que corre paralela a la Cordillera de los Andes, esta región mantiene viva la tradición que está arraigada en la tierra y en la historia de cada uno de sus habitantes. Un recorrido por los encantadores pueblitos de Huinganco, Andacollo, Las Ovejas y Varvarco es una invitación a descubrir personajes de otro tiempo como los pirquineros, que extraen oro de las minas de forma artesanal, o los crianceros, que dedican su vida a la cría de ganado caprino subiendo y bajando las montañas en busca de los mejores pastos para sus chivos. Todo el norte neuquino es una invitación al descubrimiento.