Bach al rescate
Abusos sexuales, locura, drogas... El enorme pianista James Rhodes revela como la música le salvó la vida.
Se viste como una estrella de rock pero es, en realidad, uno de los grandes referentes contemporáneos de la música clásica. El británico James Rhodes no es un personaje común, ni por su forma apasionada y expresiva de tocar el piano, ni por la vida que le tocó en suerte.
Prodigio precoz, hijo de una familia acomodada de Londres, sufrió de muy pequeño los abusos sexuales de un profesor de gimnasia de su colegio que lo dejaron marcado para siempre. Atravesó buena parte de su vida sumergido en una brutal adicción a las drogas, los medicamentos y el alcohol, con constantes entradas y salidas de pabellones psiquiátricos y el suicidio como una puerta de salida casi siempre entreabierta.
En el maravilloso libro autobiográfico Instrumental, que acaba de llegar a nuestras librerías, Rhodes cuenta como la música, y en especial el amor por compositores como Bach, Beethoven y Prokofiév, lo salvó de una existencia que parecía condenada casi al empezar. A lo largo de las páginas –en un estilo muy libre, descarnado y divertido–, Rhodes describe el infierno que significa vivir con trastornos de personalidades múltiples, dentro de una mente en la que se mezclan genialidad y autodestrucción, mechando el relato con referencias a grandes de la música clásica, entre los que abunda el denominador común de vidas complejas y emociones desgarradas.