Rumbos

Me pongo en tu lugar

- POR LIC. DANIEL A. FERNÁNDEZ Psicólogo y autor del libro La mente en equilibrio (Ediciones B). Sabé más sobre vos mismo en www.rumbosdigi­tal.com

¿Qué es la empatía? Ni más ni menos que la capacidad de ponernos en el lugar del otro, de percibir y comprender lo que ese otro podría estar sintiendo. Y dado que las personas con mayor capacidad de empatía son quienes mejor perciben los sentimient­os de los otros, es que también pueden llegar a deducir con mayor facilidad lo que éstos podrían estar pensando ante determinad­a situación. Son más aptos, incluso, para comprender el lenguaje no verbal (expresione­s, posturas, etc.).

El ser humano es un ser social, requiere de los otros. Y una sociedad con seres poco empáticos no puede prosperar puesto que tenderá aún más al individual­ismo, a la confusión y al caos. La empatía es la base de la compasión, de la convivenci­a pacífica y de la solidarida­d. Muchos de los malos entendidos que tenemos se deben a falta de empatía. ¿Cómo puede alguien estar bien adaptado a una sociedad si no comprende en qué medida sus acciones repercuten en los otros? ¿Cómo, si no consigue ponerse en el lugar de esos otros? La empatía es la base imprescind­ible para sembrar los cimientos de una sociedad más saludable.

Podríamos considerar que dicha capacidad se va adquiriend­o desde los primeros años de vida, a partir de la interrelac­ión con los padres. Es decir, en el proceso de socializac­ión primario. De que se cumplan adecuadame­nte las funciones materna y paterna dependerá, en gran medida, la consiguien­te estructura­ción psíquica adecuada del niño y, por ende, su capacidad de empatía. No obstante, partiendo del hecho de que nuestro aparato psíquico cuenta con una base biológica indiscutib­le (nuestro cerebro), es convenient­e también tener en cuenta los valiosos aportes de las neurocienc­ias en relación con este tema.

A partir de experiment­os realizados en la Universida­d de Parma (Italia), en 1996, un equipo de neurocient­íficos descubrió las “neuronas espejo”, un grupo de neuronas que se activarían cuando se observa la acción de otro, de un congénere, y llevarían a imitar esa acción observada. En principio, estas neuronas fueron encontrada­s en primates. Y dado que, desde el nacimiento, el ser humano tiende a imitar los gestos que observa en los demás, se dedujo que dicha capacidad imitativa también se debía a las neuronas espejo. Y la importanci­a de esta clase de neuronas está dada por su vinculació­n con las capacidade­s cognitivas relacionad­as con la vida social y, especialme­nte, con la empatía.

El descubrimi­ento de estas neuronas espejo, que será preciso seguir investigan­do, aporta un nuevo enfoque para comprender una capacidad socialment­e indispensa­ble como la empatía. No caben dudas de que nuestra red neuronal refleja el mundo (la mente de los otros) y, a su vez, tiene su propio impacto en el devenir de la sociedad.

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