La pasión no tiene fecha de vencimiento
A los 60, 70, 80 años. ¿Dónde está escrito que no se puede gozar del cuerpo y experimentar? Entre deseos, mitos y prejuicios, la vida nos invita a ser nuevamente protagonistas.
“Descubrí lo que era el sexo a los 67 años. Antes, sólo tenía relaciones para satisfacer a mi esposo o cuando quisimos buscar bebés”, cuenta Mabel, jubilada de 74. Hace diez años quedó viuda, después de un matrimonio de casi 30. Al principio se sentía perdida, había bajado mucho de peso y no veía ningún futuro posible para ella. El duelo fue largo, le costó superar la muerte de su compañero, pero un día lo consiguió.
“Me salvó el tango”, dice. “Empecé a ir a la milonga porque una amiga me ganó por insistencia y para mi sorpresa, me encantó. Me volvieron las ganas de vivir”. Fue en una de esas tardes de baile que conoció a Roberto, quien sería su pareja por dos años. “Yo creía que el sexo era una cosa, pero con él aprendí un mundo nuevo. Al comienzo me daba vergüenza contarles a mis hijos que tenía novio, pensaba que iban a tomarlo mal; pero se alegraron”. Hoy Mabel está soltera, no deja de ir a la milonga ni un solo martes y, cada tanto, tiene citas. “A algunos les parecerá que ya estoy vieja, pero no me importa, decidí que no voy a quedarme amargada los años que me quedan. La vida pasa rápido y hay que disfrutarla”.
Estamos en una época hipersexualizada: la televisión, el cine y las publicidades bombardean con cuerpos semidesnudos y provocativos. Los sex shops se multiplican y las marcas de preservativos lanzan al mercado productos de todas las formas y colores posibles. Sin embargo, cada vez que se habla de placer se lo asocia a la juventud: pieles sin una arruga, pechos que aún no fueron afectados por la ley de gravedad y erecciones instantáneas. En la cajita feliz del sexo no están incluidas las personas de más de sesenta. Si se menciona a la tercera edad, a lo sumo se hace referencia a un amor que poco tiene de pasional y mucho de cariño tierno. “Aunque las personas de esa edad se muestran activas y vitales, aún subsiste socialmente el prejuicio de que existe una suerte de jubilación sexual”, dice la sexóloga Beatriz Literat. “Pero es un mito. Las parejas de más de 60 años cada vez hacen más consultas de sexología porque desean llevar una vida plena y mejorar la frecuencia y calidad de sus relaciones”.
EL REINO DE LA FANTASÍA
El deseo no tiene fecha de vencimiento. Si bien es cierto que las hormonas a los veinte años aumentan la libido y la respuesta física frente a determinados estímulos, eso no significa que a los ochenta no se pueda despertar la pasión con igual –o mayor– intensidad. Está comprobado que el factor indiscutible a la hora de obtener placer es psicológico: un buen armamento de fantasías eróticas puede más que un alto nivel de estrógenos. La sexualidad está presente a lo largo de la vida y, siempre que haya buena predisposición, la capacidad de disfrute estará intacta.
“Es completamente posible tener una vida sexual plena en la tercera edad”, dice Literat. “Es muy importante el tipo de vínculo y los sentimientos que se desarrollan con la pareja, la confianza y la capacidad de nutrirse y de estar dispuestos a experimentar”.