Aprender de las adivinanzas
Una madre y una hija (con el apoyo de toda la familia) compilaron varios diccionarios temáticos de adivinanzas argentinas y nos muestran todo lo que enseñan.
Ella es un torbellino: tiene tantas ideas, iniciativas y planes que maravilla. Es delicada, precisa, acogedora; una mujer que encanta. Se llama Ivana Alochis. Ama el lenguaje y se ocupa de marcar la importancia de la palabra: como docente da cuenta de las dificultades de los estudiantes para expresarse oralmente. En ese sentido, propone trabajar desde el hogar para recuperar el espacio de la palabra, en las sobremesas, en los diálogos intergeneracionales. Y obviamente, desde la escuela primaria generar condiciones para la práctica de la expresión oral. “Tenemos que poder decir lo que queremos decir”, sostiene.
Vanina Rodríguez, su hija, es la compañera ideal. Ella escucha y procede. Así se complementan en la enorme tarea que encararon de reunir y sistematizar los nutridos corpus que recogieron de distintas partes del país para conformar los diccionarios de adivinanzas en los que recopilaron cerca de 10.000 piezas. Estas dos mujeres tienen el sostén del resto de la familia que también participa del proyecto: la mirada estética de Miguel Rodríguez, las miradas atentas a la corrección de Rocío y Facundo.
Con el esfuerzo de todos, crearon ediciones El Rescoldo y en 2003 publicaron el primer tomo del Diccionario Temático de Adivinanzas: Animales.
¿Qué es una adivinanza, Ivana?
Es un enigma, una curiosidad que nos acompaña desde el principio de la humanidad, una definición dialogada. Es una metáfora condensada.
¿Qué función tiene la adivinanza en la niñez?
El hecho de que las adivinanzas los convoquen a pensar, y a completar una definición dada con su respuesta, los lleva a deducir, a comparar, a desentrañar metáforas, personificaciones, entre otros recursos, y esos procesos activan el léxico, la formación de conceptos y, por supuesto, la imaginación, una herramienta extraordinaria para el crecimiento personal en la palabra. Por otra parte, el hecho de buscar las respuestas para los enigmas induce al pensamiento crítico, a descartar opciones, a asumir decisiones. Todo eso torna muy valiosas las adivinanzas en la escolaridad, en la interacción familiar y en la vida misma.
Después del primer diccionario, ¿cómo continuaron?
En 2004, pudimos entrar como material bibliográfico en las escuelas de Córdoba y se derramó por 1000 bibliotecas escolares, lo que nos permitió editar el II tomo temático: Vegetales. En 2005 los dos diccionarios fueron seleccionados por Conabip, dependiente del Ministerio de Cultura de la Nación, para llegar a bibliotecas populares de todo el país.
¿Qué otras actividades se derivaron de las publicaciones?
La difusión de este emprendimiento se complementó con actividades paralelas, como charlas en escuelas y bibliotecas; dictado de talleres para docentes y jornadas multidisciplinarias. El lema que nos anima es “Por una educación sin edad y sin fronteras”. El proyecto continúa: hay otras áreas temáticas que se convertirán en diccionarios en la medida que puedan editarlos y esto depende de las respuestas de la comunidad y de los organismos involucrados en la educación. “Para adivinar hay que pensar, de ahí la importancia de reinstaurar este juego en la familia y en la escuela”, dice Ivana, desde su experiencia en la práctica y por eso se apasiona por ofrecer esta herramienta para el desarrollo pedagógico. Para cumplir estos objetivos, han abierto un sitio en Facebook donde se puede también adquirir los diccionarios de adivinanzas. •