Los tics en la niñez
Los tics son el trastorno más frecuente en la infancia y pueden asociarse al déficit de atención e hiperactividad. Se trata de movimientos involuntarios, bruscos y repetitivos, de corta duración, que suelen ser transitorios. Sin embargo, cuando coexisten varios en un paciente, puede tratarse del síndrome de Tourette, que afecta a casi el 1 % de los chicos en edad escolar y está vinculado a otros síntomas, como coprolalia (decir groserías o insultos) o copropraxia (realizar gestos obscenos). Antes de su aparición, en ciertas ocasiones, los niños experimentan una sensación premonitoria de incomodidad o cierta tensión en el área corporal donde se van a desarrollar y que luego se alivia tras realizar los tics.
Existen varios tipos de tics: los fónicos simples y complejos, y los motores simples y complejos. Los fónicos simples se presentan como sonidos sencillos y reconocibles. Algunos ejemplos de ellos son aspiración, carraspeo, sopladura, succión, tos, gruñido, chirridos o gritos. Los fónicos complejos se emiten por medio de expresiones lingüísticas y verbalizaciones.
Por su parte, los tics motores simples son los más frecuentes y se relacionan con movimientos musculares del rostro (cejas, párpados, nariz, cuello), mientras que en los complejos, los movimientos son efectuados por grupos musculares más extensos.
En general, los tics empeoran durante momentos de estrés, cansancio o ansiedad. Aunque se originan en la infancia y disminuyen o desaparecen en la adultez, estos trastornos pueden persistir en el 20 % de los casos. Si bien se desconoce el mecanismo exacto por el cual se producen, se presume la existencia de un componente hereditario. Por eso, es normal que alguno de los padres tenga algún tic y es más frecuente en varones que en mujeres (con una relación aproximada de 2 a 1).
Ante la presencia de tics o la sospecha de Tourette, se recomienda consultar a un médico neurólogo a fin de realizar un diagnóstico y un tratamiento temprano. El tratamiento de este síndrome debe ser multidisciplinario. Dependiendo de las características clínicas del chico en cuestión, deberán trabajar en conjunto un neurólogo o un neuropediatra con experiencia en la materia, un psiquiatra y también un psicólogo.
Existen fármacos para controlar estos trastornos, así como también hay terapias efectivas, como la psicoterapia. Además, algunos pacientes pueden beneficiarse con la aplicación de toxina botulínica en el área corporal afectada por el tic. En casos severos refractarios a la medicación, se puede recurrir en última instancia a la cirugía.