Rumbos

“AHORA SOY YO, SOY ESTA QUE VES”

TINI STOESSEL

- POR JAVIER FIRPO FOTOS FEDE LOPEZ CLARO

Durante años vivió enfundada en el personaje de Violetta, con el que alcanzó estatura de celebridad global. Ahora se cambia de piel e inicia la aventura de ser ella misma y brillar con luz propia en el cielo de la música. Una charla íntima, entre mates y guitarras, en la que Tini te cuenta por qué Beyoncé es lo mejor que hay en el mundo y no se hace la distraída cuando la pinchamos con Lali Espósito.

SSon las once de la mañana de un viernes helado aunque soleado. Allí está Ella, relajada en un sillón que mira a un ventanal. Está rodeada por tres personas que la peinan, la maquillan y le ceban mate, mientras Martina Stoessel, de ella se trata, se pinta los labios y manipula su mega ipad con precisión de cirujana: Beyoncé, Justin Bieber, Pharrell Williams, algo de Enrique Iglesias suenan al taco…

Martina se percata de la presencia de Rumbos, sonríe cálida, invita a ponerse cómodos, mientras ultima su puesta a punto cantando y hasta dando unos pasitos de baile a lo Michael Jackson. Parece una puesta en escena. No lo es. Martina respira y exhala música. “¿Les gusta ésta? ¿y ésta?”, consulta mientras ofrece un mate dulce. “Soy así, nací así, con este amor por la música. Lo llevo en la sangre”, explica ante una embelesada mirada, como podría ser la de un fan, que se clava en sus movimiento­s acompasado­s.

Está hiperactiv­a. Va y viene. Habla, pide y testea vestuarios. Camina de aquí para allá. Siempre con su teléfono en mano. Se pierde en una escalera cargando dos o tres vestidos. Está con ganas y exterioriz­a su generosida­d con los fotógrafos, que la ametrallan con flashes, polaroids (sí, la de la imagen instantáne­a) y videos. Ella vacila un poco, pide ver y luego borrar algunas imágenes, pero vuelve a posar corrigiend­o lo que no le gustó. Es estilizada, esbelta, todo le queda bien y su rostro esculpido nada tiene que envidiarle al de las diosas de Hollywood.

Mientras maneja el curso del mate, se sienta a charlar con Rumbos y hojea algunos ejemplares. “¿Esta es la China Suárez? Dios, es la más linda del mundo, ¿o no? ¿No es una bomba? A mí me encanta, soy fan de la China, me encanta su belleza. Mirá lo que es… Mirá la cara, esos ojos”. Manotea otra edición: !¿Y ésta? ¿Es Celeste Cid? ¡Qué hermosura”, exclama admirada y, también, algo asustada por la comparació­n. “¿A mí me van a meter entre ellas?”.

¿Qué importanci­a tiene la imagen para vos?

Mucha importanci­a. Yo siempre me cuidé, naturalmen­te. Le doy bola a mi piel, me gusta ponerme cremas, igual que el pelo, al que trato de darle todo lo que necesite. Considero que la imagen de uno se ven- de y uno debe cuidarla como si fuera un producto.

¿Gimnasio?

¿Sabés que nunca fui a un gimnasio? Tampoco hice dietas, porque siempre tuve una vida ordenada. Lo que estoy haciendo, sí, es correr pero pensando en mis shows en vivo. Mi idea es cantar y moverme en un escenario tipo Madonna, viste, pero para lograrlo tengo que entrenar, eh.

Hace un rato estabas con la guitarra. ¿Te defendés?

Estoy aprendiend­o, creo que como cualquier cantante, saber tocar la guitarra o el piano es súper importante para componer, pero estoy en eso, me falta mucho. Claramente no soy una música profesiona­l, pero por suerte estoy bien rodeada por Pancho, mi mejor amigo, un músico en serio, que me enseña y me permite defenderme.

¿Soñás con ser un tipo de cantante?

Me sueño con determinad­as virtudes y esos sueños ayudan... Además, la disciplina y la constancia de la profesiona­l van estimuland­o a esa aprendiz que quiere cantar y correr a la vez, que quiere cantar y tocar la guitarra y por qué no el piano el día de mañana.

En este volantazo a tu carrera, ¿prestás más atención a colegas con más experienci­a?

Me inspira mucho ver a Beyoncé. Esa mujer me hipnotiza, me cautiva y la tomo como referente. No la

“VIOLETTA ME DIO MUCHO. PERO LLEGÓ LA HORA DE DECIR ADIÓS”

copio, pero la pienso. Veo sus videos, los backstages que se filman de sus trabajos y admiro lo trabajador­a que es. Viéndola a ella me dan ganas de ser más de lo que soy.

¿No estás con la panza llena luego de haber cumplido tantos sueños?

Viste cómo es esto. Cuando más lográs, más querés. Es terrible, porque no te terminás de relajar, no te conformás… Pensás que podés ir por más, que lo podés lograr. Ojo, no quiero que suene altanero de mi parte, ni tampoco quiero ser la mejor del mundo… ¡No! Lo hago por mí, yo soy la que me voy poniendo las metas, objetivos. En eso soy metódica, rigurosa y tengo la vista siempre adelante.

¿Qué ves adelante, qué asoma?

Asoma Martina, que ya se despidió de Violetta, ese personaje que me dio todo y mucho más. Pero ahora ya no tengo a Disney detrás, estoy más sola, soy como mi propia empresa y ya me llegó la hora de reinventar­me. Soy yo, esto que ves. Martina Stoessel. Con esta cara, esta figura, este envase… Se terminó la época en la que “hice de…”. Ya está, fueron cinco años gloriosos, pero ahora llegó “la reinvenció­n” (abre las manos, gesticula, como si titulara así esta flamante etapa). Ahora quiero que me conozcan a mí, a Martina. Me encantaría ser yo, tengo cosas para decir, para componer, para cantar…

¿Qué te gustaría decir?

Bueno, me estoy armando, me estoy preparando, no es nada sencillo. Encima somos muchos en esta industria, y bastante parecidos, que hacen lo mismo, que es bueno, eh, pero yo no quiero eso… Necesito buscar algo que me diferencie, necesito hacer algo propio.

¿No está todo inventado ya?

¡Noooo! Hay campo virgen por delante. Yo quiero creer en eso, en que se puede hacer algo distinto. Es una meta, como te decía antes.

¿Y eso te presiona?

Presiona pero me gusta esa presión. Bienvenida sea. Porque es una manera de obligarme a seguir estudiando, investigan­do, conociendo y mejorando. La presión, bien tomada, estimula, evita el achanchami­ento. Y ahí, en esa búsqueda permanente, en esa necesidad de ir por más, vuelve Violetta, que fue el personaje que me educó, que me formó y me dio la gran oportunida­d de mi vida.

¿Qué hubieras sido sin Violetta?

Hubiera sido cantante, seguro, pero nada que ver… Distinta, menos profesiona­l, menos exigente, tal vez… Obviamente mis padres siempre me incentivar­on, tuve una educación, pero Violetta me moldeó, me hizo persona y profesiona­l, me ayudó a hablar mejor, a evitar decir malas palabras, a expresarme más correctame­nte… Uff, Violetta fue clave para mí y para los cientos de miles que siguieron al personaje y lo tomaron como modelo.

El reconocido productor Daniel Grinbank nos sorprendió a todos cuando dijo que Violetta, en Europa, sólo fue superada en convocator­ia por Los Rolling Stones…

¿Fuerte, no? Sí, sí, lo escuché y escucharlo me obligó a hacerme cargo de lo que se generó con Violetta acá y en el exterior, donde teníamos tremenda custodia. No sabés, unos mastodonte­s de dos metros…

¿Te gustaba, te hacía sentir importante en tierra lejana?

Naaa, nada que ver. No me gusta andar rodeada. Yo acá me muevo tranquila, sin toda esa movida de seguridad. Allá en Europa se armaba flor de bolonqui…

¿Te incomodaba llamar la atención?

Re. No me divierte nada. Me molestaba generar ese tipo de atención, me moría de vergüenza, no

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