La Ciudad Vieja Tesoro de la humanidad
En el Casco Antiguo aún late la historia de la capital panameña, que creció en torno a estas calles adoquinadas después de que el pirata Henry Morgan atacara la primera ciudad y debieran reconstruirla en 1670. El recorrido es a pie y a paso lento entre sus edificios de estilo francés y español y sus plazas de herencia colonial. La Iglesia de Santo Domingo, con su altar de oro, y la Iglesia de San Francisco, recientemente restaurada, son paradas ineludibles. En Plaza Francia, una de las más bonitas, vale hacer una escala para reponer energías y tomarse un refrescante raspao que, junto con el pintao, el auténtico sombrero panameño, resultan la combinación perfecta para combatir el calor tropical.