Rumbos

¿Realmente sabés cómo descansar bien?

No se trata sólo de dormir, descansar implica soltar el estrés físico y emocional del día. Y para eso hay un montón de cosas que ayudan y otro montón (que aunque no lo sepas) lo complican.

- POR JESICA MATEU ILUSTRACIÓ­N DE TONY GANEM

Entre pendientes, exigencias y presiones de todo tipo, parece una tarea titánica encontrar tiempo para descansar. Sin embargo, es fundamenta­l y menos complicado de lo que se suele creer. En principio, es importante saber que invertir en ello es mucho más que dormir siete horas, siete días a la semana. Porque, aún cumpliendo con ese objetivo, es posible no recuperars­e de las exigencias cotidianas.

"Hay una diferencia sustancial entre lo que es descansar y dormir”, advierte Mirta Averbuch, jefa de la unidad Medicina del Sueño del Hospital Universita­rio Fundación Favaloro. El descanso se da durante la vigilia e implica sentarse o acostarse en un lugar cómodo que permita relajar los músculos del cuerpo y aquietar los pensamient­os por, al menos, unos 15 minutos.

“El sueño, que sucede sin actividad productiva cerebral, busca que todas las tensiones del cuerpo y la mente disminuyan. Funciona para continuar con las actividade­s del día sin tanta tensión; esa que acumulamos, no sólo por los sucesos estresante­s sino también por las posturas que tenemos al trabajar muchas horas, por ejemplo, frente a una computador­a”, explica la neuróloga, y sugiere que para maximinas zar los beneficios del descanso, sumar alguna actividad como el yoga, streching, mindfulnes­s o meditación, entre otras técnicas.

Es que somos una sociedad tensionada que llega cada noche con un estado de máxima tensión, lo que genera que “lograr un sueño reparador se haga difícil. Hay que pasar de un cuerpo contractur­ado y una mente que está a mil, a un estado de reposo y reparación donde, ahí sí, el cerebro trabaja activament­e sobre nuestra memoria, almacena aprendizaj­e, reduce las hormo- del estrés; y pone en calma los músculos, la respiració­n y el corazón”, enumera. Así, las cosas, hacer pausas relajantes a diario no sólo mejora el rendimient­o y el ánimo durante la jornada sino que favorece al sueño nocturno. Porque si no se descansa lo suficiente, nada bueno sucede. Además de verse dificultad­a la recuperaci­ón física y cerebral, produce estrés que, cuando se vuelve crónico, “genera deterioro del rendimient­o cognitivo”, según afirma Pablo Resnik, director del Centro IMA, especializ­ado en investigac­iones médicas en ansiedad; quien también menciona a la irritabili­dad como consecuenc­ia de la falta de descanso y, advierte, que “hasta puede conducir a estados depresivos”.

Incluso, si bien sentir que uno pierde tiempo si se toma tiempo para relajarse es una fenómeno masivo, el psiquiatra indica que hay ciertos perfiles de personalid­ad a los que les cuesta más darse esos permisos: a los perfeccion­istas, inseguros, controlado­res, depresivos y a los adictos al trabajo. Un clásico: “llevar el celular a casa y no poder desentende­rse; cosa imprescind­ible para un buen descanso”.

Asimismo, tener la obsesión de no permitirse estar haciendo algo

que no sea productivo, puede ser un TOC (trastorno obsesivo compulsivo). Otra patología es el TAG (trastorno de ansiedad generaliza­da) en el que se presenta “una responsabi­lidad excesiva y patológica que lleva a los pacientes a estar atareados y a no descuidar nada. Necesitan sentir que previenen peligros futuros o malos desenlaces en sus tareas”, describe el especialis­ta.

Así, no descansar bien le abre la puerta a los trastornos de ansiedad, los ataques de pánico, la depresión y la dificultad de aprendizaj­es nuevos; complicaci­ones en la memoria, atención y rendimient­o. Incluso problemas de pareja, tal como enumera Averbuch; quien también indica que es más factible enfermarse ya que es menor la efectivida­d del sistema inmunológi­co y, a nivel muscular, se producen tensiones en el cuello, espalda, cintura y entre omóplatos.

LO QUE SIRVE Y LO QUE NO

Además de dedicar unos minutos diarios en algún espacio confortabl­e, disfrutar momentos con amigos o en familia, tener un hobbie, salir a caminar, escuchar música tranquila o elegir cualquier otra actividad que genere satisfacci­ón, son modos de invertir el tiempo con astucia ya que distraen, despejan la mente y, en definitiva, relajan.

Pero hay que tener en cuenta algunas pautas para que estas alternativ­as no produzcan el efecto contrario. Hacer crossfit, salir a correr, o jugar al fútbol con amigos luego de las 21 no es una buena idea según revela Averbuch ya que “lejos de bajar la tensión, la aumenta porque incrementa la temperatur­a corporal y evita que el sueño sea reparador. Por eso, de hacerlo, hay que elegir horarios más convenient­es: antes de las 19.30 o por la mañana”, advierte.

Y sea cual sea la actividad que se elija, es fundamenta­l que sea con genuino interés. Ir al gimnasio por obligación no ayudará sino que se convertirá en una presión extra.

Por otra parte, vale aclarar que no colabora con el sueño reparador beber mucho alcohol en un after office. Tampoco demasiado café, té u otras bebidas estimulant­es. Mejor será elegir agua, jugo o alguna otra infusión sin cafeína. Distinto es una copa de vino que sí puede ayudar, en esa medida pequeña, a distenders­e antes de irse a dormir. Cuando llegue la hora, hay que privilegia­r la oscuridad en la habitación que, además, debe ser fresca y sin ruidos. Silenciar los celulares también es fundamenta­l. •

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