Entre cardones y estrellas
Cultos a la Madre Tierra, astronomía y uno de los mejores climas del mundo confluyen en este antiquísimo pueblo originario, que está por inaugurar la primera bodega indígena de Sudamérica.
Enclavado en el corazón de los Valles Calchaquíes tucumanos, el pueblo de Amaicha del Valle acaba de celebrar su tricentenario. Se trata de una comunidad autónoma, ubicada a unos 165 km de la capital tucumana, que jamás interrumpió su gobierno indígena. Allí son dueños de las tierras desde que los españoles pactaron con ellos, los amaichas –una de las etnias que formaron parte de la nación diaguita–, e hicieron entrega de la cédula real en 1716. El gobierno comunal es presidido por una asamblea general, un consejo de ancianos y un cacique. Los amaicheños preservan con orgullo sus viejas tradiciones, haciendo de la fiesta local de la Pachamama una de las más representativas del noroeste. Amaicha está rodeado de paisajes desérticos donde abundan los cardones y el sol asoma 320 días al año, generando días cálidos, noches frescas (en invierno muy frescas) y cielos diáfanos plagados de estrellas. Tantas, que acá se encuentra el único observatorio astronómico de la región. Los valles, además, son terruño fértil para el buen vino, por eso están a punto de inaugurar la primera bodega indígena de Sudamérica, reservando un lugar destacado para sus grandes artesanos. Las espléndidas Ruinas arqueológicas de Quilmes se pueden conocer de la mano de guías nativos. www.amaichadelvalle.com