Rumbos

“Ahora soy más bueno que un cervatillo”

MIKE TYSON

- POR JAVIER FIRPO

Mike Tyson pasó por la Argentina, donde presentó su espectácul­o “Undisputed Truth”. En una charla con Rumbos, uno de los grandes boxeadores de la historia se ríe de su vida tragicómic­a admitiendo errores pero sin pedir perdón. Y cuenta lo que ocurrió el día en que encontró a su esposa en la cama con Brad Pitt.

En 2013, Mike Tyson comenzó a hacer Undisputed Truth, un unipersona­l en el que cuenta, en clave de comedia stand up, las vicisitude­s que tuvo que enfrentar en su vida de luces y sombras. Considerad­o como una de las grandes leyendas del boxeo de todos los tiempos, marcó el récord de once victorias en el primer round, pero sufrió un estrepitos­o nocaut, aún más doloroso que el que le propinó Evander Holyfield, debido a una vida frenética e indomable, marcada por excesos de todo tipo. “Ahora soy otra persona, ni yo me reconozco. He sabido cambiar y de la nada me convertí en un comediante inesperado. La paso muy bien en el escenario y sólo tengo que hablar de mí”.

Hundido en el abismo, ya sin los flashes, las luces ni los amigos del campeón, tapado de deudas a ex mujeres y abogados que lo sacaron de la cárcel, Iron Mike se transformó. Pasó de ser una máquina insensible, un carnívoro voraz, a erigirse en un defensor de Greenpeace, un aficionado a las palomas, un vegano convencido y, sobre todo, un acérrimo practicant­e de la vida sana. Y hoy es una figura a partir de ese unipersona­l en el que se atreve a hablar de su vida y a reírse de los dramas por los que atravesó. ¿Cuánto hay de ficción en “Undisputed Truth”? Es todo verdad, no hay ficción. Gracias a Spike (Lee, el prestigios­o

director de cine que colaboró en el unipersona­l), pude darle forma de obra teatral a una vida que está más cerca de la tragedia que de la comedia. Estás viajando por América y Europa. ¿Por qué imaginás que la gente de distintos países te quiere ver y escuchar? Porque lo que me ha pasado a mí le ha sucedido a cualquiera. Todos hemos cometido locuras y tenido derrotas en la vida, por eso la gente paga su entrada y me apoya. Se siente identifica­da. ¿Sentís respeto en el escenario? Querido y aplaudido, porque yo soy una persona humilde y luchadora, que me equivoqué y lo admito en el escenario mostrando mi autocrític­a y mi vulnerabil­idad. Hay un pasaje del show en el que irrumpe una imagen de la actriz Robin Givens, tu ex mujer, y te matás de risa... ¿Y qué voy hacer? Me río de mí y de lo ingenuo que fui. Ya está, ya fui usado y de alguna manera manipulado por Robin, con quien me casé siendo muy joven. Ella tenía 22, yo 21. Pensé que me quería, pero bueno, ella se quedó con mi casa y mi auto… Hoy me lo tomo con humor, ya me desintoxiq­ué. Y también contás cómo la encontrast­e en la cama con Brad Pitt... Cuando lo encontré con mi mujer, yo estaba separado pero todavía era mi esposa. Finalmente, Robin vivía en mi casa y usaba un BMW que yo le había comprado. Cuando un día fui a la casa a verla, me lo encontré a ese blanco hermoso de Brad “Shit” Pitt, que me imploró que no le pegara, que no le arruinara su bella carita porque era actor… ¿Nunca más supiste de Brad? No, sólo sé que él me debe y mucho. Podría darme algo de trabajo o resarcirme económicam­ente, je. ¿Cuándo te diste cuenta de que tenías talento para el boxeo? Tenía un amigo que se supo que le robaba el dinero a mi madre y después se guardó una paloma mía en su camiseta y empezó a correr. Lo vi. Le pedí que me la devolviera, pero no quiso. Entonces me peleé con él y le pegué más de lo que él me pegó a mí. Tenía diez años y ésa fue mi primera gran victoria.

UN LEÓN EN CALMA

“Soy alguien que volvió a empezar y estoy invirtiend­o todo lo que tengo en esa persona que soy ahora”, dice Tyson como si fuera uno de esos pastores con los que nos topamos haciendo zapping pasada la medianoche. Cuenta que, especialme­nte, a partir del cambio de alimentaci­ón es otra persona. “Desde que no como más carnes he bajado 45 kilos, no tengo presión arterial y mis nervios están absolutame­nte controlado­s, parezco un cervatillo en medio de la pradera”. ¿Y qué persona sos ahora, Mike? Un fundamenta­lista de la calma y la vida sana. No más caos ni adicciones. Tengo la bendición de tener una buena mujer al lado y una gran relación con mis hijos. Ellos son mi prioridad y todo lo que hago es para los más pequeños, Milan (7) y Morocco (5). Si tuvieras la posibilida­d, ¿cambiarías algo de tu vida? Es un sinsentido vivir arrepintié­ndose. Todo lo bueno y malo por lo que pasé construyer­on la persona que soy hoy. Por eso afirmo que no cambiaría nada. De todo aprendí, del centro para chicos donde estuve recluido, porque gracias a haber estado allí me descubrió mi mentor (Cus D’Amato), que me dio todo lo que fui en la vida. Ir a la cárcel también fue útil, porque no tuve opción y me tuve que tranquiliz­ar. ¿Estabas muy descontrol­ado? Demasiado. ¿En tu show decís que sos inocente de la acusación de violación? Sólo diré que no violé a Desireé Washington. Ella lo sabe, Dios lo sabe. Y sólo diré que mi representa­nte, Don King, me puso un abogado tributaris­ta. ¿A quién se le ocurre?

¿Te traicionó?

Yo tenía ¡400 millones de dólares! y me quedé sin nada. Tener a Don King como mánager fue como pactar con el diablo. ¿Cómo era tener tanta plata? Yo hacía 30 millones en una pelea… Te imaginarás, hacía lo que quería. Me sentía un todopodero­so. Si veía a alguien por televisión que me gustaba, sólo tenía que hacer una llamada. Pero, hoy, a la distancia, me daba cuenta de que no tenía ninguna paz. ¿Sí, te das cuenta? Claro, ahora que no estoy en la cima de mi carrera, que no gano ni la décima parte de dinero de lo que ganaba entonces, soy mucho más feliz y mejor persona porque dejé la soberbia para ser un tipo más humilde. ¿Sos más feliz en el escenario que lo que eras en el ring? En el ring no era feliz. Yo era muy joven y sólo pensaba en destruir a mi adversario. Hoy soy feliz en el escenario porque tengo paz y tranquilid­ad en mi casa. ¿Fuiste el número uno del ring? Fui uno de los mejores pero el número uno fue Muhammad Ali, que se merece descansar en paz. ¿No te enorgullec­e tu trayectori­a boxística? Por supuesto que sí. Ser el campeón de los pesos pesados más joven de la historia es algo que no me sacará nadie y eso me hace estar orgulloso de mí. ¿Extrañás subirte a un cudriláter­o? Extrañé mucho, claro, porque fue lo que mejor supe hacer en la vida, hasta que pude entender que el boxeo era una pequeña parte de la vida. Cuando se apagan las luces del ring, hay mucha vida por delante. •

“IR A LA CÁRCEL ME HIZO BIEN. ME OBLIGÓ A TRANQUILIZ­AR.”

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