Cambios de vida: entre el deseo y los miedos
Un nuevo empleo, tener un hijo, irse a otro país... A veces tomamos grandes decisiones que si bien son positivas, nos sumergen en un mar de dudas e inseguridades. Dos expertas nos ayudan a transitar estos cambios inmensos y a descubrir los sueños que los
Antes de partir, Paula Solé estudió catalán y se recibió de antropóloga. Su meta era clara: irse a vivir a Barcelona con su pareja. Como tantos otros, dejaron atrás un país que acababa de estallar, juntaron petates y expectativas para arrancar en otros horizontes. “Lo primero que recuerdo es que al llegar al aeropuerto de Barcelona sentí una mezcla de euforia e incertidumbre, vértigo, mucha emoción, repetía en mi cabeza 'alea iacta est' (la suerte está echada)”, cuenta desde allá catorce años después. Paula define estas sensaciones que la acompañaron un tiempo como “temor sano: nada que ver con el miedo frente a un examen o a una entrevista laboral, esto es como un trance, como estar narcotizada, estás atravesando un duelo por lo que dejaste y a la vez tenés hojas en blanco por delante”, describe hoy.
Mudarse, cambiar de hábitos de vida, casarse, tener un hijo, adoptarlo... A pesar de ser hechos que obedecen a elecciones personales, suponen también profundas transformaciones que se atraviesan, como lo hizo Paula, con sentimientos contradictorios, como si el entusiasmo y el miedo se estuvieran peleando por el primer puesto. El gran desafío es sortear este pugilamomento to interno de la mejor manera posible sin que nos paralice.
Todo cambio supone una transición: alguien puede mudarse, por ejemplo, de Córdoba a Mendoza, a una casa hermosa y con un empleo soñado, pero aun así deberá adaptarse al nuevo lugar, al barrio y los vecinos, a nuevos olores y palabras, al mismo tiempo que dejará atrás su hasta entonces vida cotidiana, con su paisaje y sus costumbres ya aprendidos. Podría visualizarse esta acción como un salto en sus tres instancias: el envión inicial como