Para fanáticos en Nueva York
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En la “Gran Manzana”, hay una instalación con simuladores que recrea el entorno marciano. SEGUÍ EL VIAJE Y LA CUENTA REGRESIVA HASTA EL ATERRIZAJE EN caprichosa y se volv ió un imperativo por el bien de la supervivencia y la continua evolución de la especie humana. 2016 es un punto de inflexión en este esfuerzo”, opinó al respecto Howard. Sin embargo, aunque el módulo tocó suelo, no logró emitir señales y su paradero es un misterio. Aun así, la esperanza es lo último que se pierde. Por eso, la conquista de Marte desvela a los cerebros de la NASA, que sueñan con 2030: el año de desembarque previsto. Al igual que en Mars, estos programas llevan la impronta argentina, con investigadores e ingenieros locales.
De acuerdo a Howard, esta probabilidad de colonización, sumada a la intuición que tienen muchas personas de que puede haber vida fuera de la Tierra, reavivó el interés de la industria cinematográfica por el espacio y hoy hay un resurgimiento de este tipo de ficción. “En los últimos años, se ha estimulado la imaginación de la gente. Con el impulso de capitales privados, como los aportados por Elon Musk (creador del primer automóvil eléctrico viable y del F9/Dragon, sucesor del Transbordador Espacial) y Jeff Bezos (fundador de Amazon y considerado el quinto hombre más rico del mundo), los avances chinos, los discursos de Barack Obama sobre Marte como ‘una meta’ y la revigorización de la NASA, ha habido avances. No tengo noción de cuántos proyectos fueron financiados ni del número de teóricos que dedican sus días a su estudio”, aseguró.
Acerca de la posibilidad de que la humanidad habite algún día en este lugar, Howard reflexionó: “Hay un debate sobre la ‘terraformación’ (potencial proceso de acondicionamiento del planeta para hacerlo habitable), que alteraría su atmósfera en última instancia. De estos cuestionamientos se desprende una pregunta fundamental sobre la esencia humana que da para pensar: ¿Seremos capaces de no destruirlo?” •