Rumbos

Aquellas viejas revistas

Siguiendo el ejemplo de mi padre, comencé a recortar para mi archivo cuanto dato o artículo me inspirara para escribir.

- POR CRISTINA BAJO

Esta nota podría titularse: “Cómo recurrir, explotar, exprimir, utilizar, aprovechar y hasta lucrar con las distintas secciones de un diario”. Porque muchos narradores y estudiosos siguen pescando en esa laguna: el diario presenta un sinfín de temas que pueden ser reciclados para diferentes géneros literarios.

Cuando comencé a escribir, sólo disponía de la biblioteca de mi padre, que no era exclusivam­ente de historia. Si bien ya había comenzado a formar la mía, no tenía ni un tercio de las obras de consulta que hoy poseo. Viviendo en las sierras, ir a una biblioteca era iniciar un largo viaje donde, por la escasa frecuencia del transporte, se perdía más tiempo del que se ganaba.

Pero tuve la suerte de que en casa se recibieran muchas publicacio­nes y fue en ellas donde encontré más de lo esperado cuando los estudié con sentido utilitario.

Siguiendo el ejemplo de mi padre, que confeccion­aba archivos de política, comencé a recortar y guardar, bajo distintos títulos –Usos y costumbres, Medios de Comunicaci­ón y transporte, Modas femeninas y masculinas– cuanto dato pudiera servirme para mis escritos. Junto con ellos, recuerdo las revistas femeninas –inolvidabl­es para mí– y la calidad de lo que publicaban ambos medios.

En algunas tenían un rinconcito de “buenas lecturas” donde presentaba­n un texto en prosa y otro en verso. Aún guardo, después de tantos años, un sobre con aquellos recortes que me acercaron a autores que, con el paso del siglo, se convertirí­an en mis favoritos: Emily Dickinson, Alfonsina Storni, Katherine Mansfield; más adelante, Sábato y Cortázar.

Entre las revistas, El Hogar solía dedicar un número completo a ciertos temas –el año sanmartini­ano, folclore argentino y americano–y mi instinto de urraca me llevó a conservar estas publicacio­nes que hoy, encuaderna­das, son fuente de consulta para mi trabajo.

Muchos libros de otros temas se han editado a partir de trabajos periodísti­cos, como El retorno de los brujos, El libro de los condenados,o Asesinos de papel, recopilaci­ón de artículos de Jorge Laforgue y Jorge B. Rivera, aparecidos en las revistas Crisis y Capítulo, los últimos, sobre la historia de la novela policial, especialme­nte la argentina.

El tema policial fue tomado de noticias periodísti­cas desde la primera mitad del S. XIX, con Thomas de Quinsey en Del asesinato como una de las bellas artes, o los libros de Allan Poe Los crímenes de la Rue Morgue y Marie Rogèt.

También Eduardo Gutiérrez rescató de ellas los personajes de Hormiga Negra y Juan Moreira.

Y a fines de 1880, el asesinato de la calle Arcos, en Buenos Aires, despertó un interés tan enorme que un diario publicó, en una separata, día por día, los resultados de la investigac­ión.

Cincuenta años después, Crítica editó un libro sobre el suceso en forma de entregas, con títulos como: “¿Quién mató a la esposa del ajedrecist­a Galván, o se trata de una extraña forma de suicidio?”; “¿Como hizo el criminal para salir del cuarto de la víctima sin violentar ninguna cerradura?” con el sub-título “La primera gran novela argentina de carácter policial”. Hace poco, ha sido reeditada.

En los últimos sesenta años, si mal no recuerdo, Norman Mailer, Truman Capote, Ira Levin, Juan Carlos Martini, Ricardo Piglia y Vázquez Montalbán, tomaron temas de las páginas policiales. Esta nota, en su modestia, está dedicada a aquellas publicacio­nes que contribuye­ron a formarme.

Sugerencia­s: buscar diarios y revistas viejos: encontrare­mos el espíritu de una sociedad desapareci­da. •

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