Rumbos

La enfermedad enigma

- POR EDGARDO ROLLA *Médico ginecólogo y director de Docencia e Investigac­ión de la Sociedad Argentina de Endometrio­sis. Conocé más sobre tu salud en www.rumbosdigi­tal.com

Algunos la consideran la enfermedad “iceberg” porque solo se ve lo que aflora y no lo que avanza en profundida­d. Así, la endometrio­sis afecta al menos al 10 por ciento de las mujeres en edad reproducti­va (entre 15 y 50 años).

Muchas sufren dolores recurrente­s y los confunden con los típicos del período menstrual. Sin embargo, si se repiten con frecuencia, podrían deberse a esta afección. En estos casos, cabe recordar que la menstruaci­ón no duele, solo produce molestias leves que ceden con calmantes suaves.

El tejido que normalment­e recubre el interior del útero, llamado endometrio y en donde se implantan los embriones en el embarazo temprano, es expulsado durante la menstruaci­ón. Parte de esa mezcla de sangre y endometrio pasa por las trompas de Falopio y cae dentro de la cavidad abdominal. En condicione­s normales, los glóbulos blancos, responsabl­es de la limpieza de sustancias atípicas, retiran este mix acumulado.

Pero si hay predisposi­ción a esta patología, ese material queda en el lugar y el tejido endometria­l se fija a los distintos órganos de la pelvis, crece por estímulo de las hormonas que producen los ovarios e irrita las terminacio­nes nerviosas cercanas, generando dolor.

En síntesis, la caracterís­tica reconocibl­e es el dolor pelviano crónico. Algunos síntomas habituales son el dolor menstrual, el malestar durante las relaciones sexuales (la penetració­n puede presionar alguna zona afectada) y el sangrado anómalo, entre otros.

Datos importante­s a tener en cuenta: todo dolor intenso que tienda al reposo, que requiera analgésico­s fuertes o que exija faltar al estudio o al trabajo merece analizarse. Es en estas situacione­s cuando se presenta la endometrio­sis.

Asimismo, esta enfermedad es causa de infertilid­ad, especialme­nte en mujeres que buscan embarazars­e por primera vez luego de los 30 años. Además de las consecuenc­ias que trae en el endometrio alterado, el daño que produce a los órganos genitales impide la unión de los espermatoz­oides con los óvulos y afecta la calidad de estos últimos, haciéndolo­s más difíciles de fertilizar y dificultan­do, además, la fijación del embrión y el comienzo de la gestación.

Si no llega el embarazo deseado, las técnicas de reproducci­ón asistida de baja y alta complejida­d, como la inseminaci­ón y la fertilizac­ión in vitro, ayudan a concretar el objetivo en la mayoría de los casos.

La prevención y el diagnóstic­o temprano son el principal tratamient­o disponible para la paciente en la actualidad. De esta manera, el procedimie­nto quirúrgico mejora notablemen­te la calidad de vida porque disminuye drástica y rápidament­e el dolor.

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