La enfermedad enigma
Algunos la consideran la enfermedad “iceberg” porque solo se ve lo que aflora y no lo que avanza en profundidad. Así, la endometriosis afecta al menos al 10 por ciento de las mujeres en edad reproductiva (entre 15 y 50 años).
Muchas sufren dolores recurrentes y los confunden con los típicos del período menstrual. Sin embargo, si se repiten con frecuencia, podrían deberse a esta afección. En estos casos, cabe recordar que la menstruación no duele, solo produce molestias leves que ceden con calmantes suaves.
El tejido que normalmente recubre el interior del útero, llamado endometrio y en donde se implantan los embriones en el embarazo temprano, es expulsado durante la menstruación. Parte de esa mezcla de sangre y endometrio pasa por las trompas de Falopio y cae dentro de la cavidad abdominal. En condiciones normales, los glóbulos blancos, responsables de la limpieza de sustancias atípicas, retiran este mix acumulado.
Pero si hay predisposición a esta patología, ese material queda en el lugar y el tejido endometrial se fija a los distintos órganos de la pelvis, crece por estímulo de las hormonas que producen los ovarios e irrita las terminaciones nerviosas cercanas, generando dolor.
En síntesis, la característica reconocible es el dolor pelviano crónico. Algunos síntomas habituales son el dolor menstrual, el malestar durante las relaciones sexuales (la penetración puede presionar alguna zona afectada) y el sangrado anómalo, entre otros.
Datos importantes a tener en cuenta: todo dolor intenso que tienda al reposo, que requiera analgésicos fuertes o que exija faltar al estudio o al trabajo merece analizarse. Es en estas situaciones cuando se presenta la endometriosis.
Asimismo, esta enfermedad es causa de infertilidad, especialmente en mujeres que buscan embarazarse por primera vez luego de los 30 años. Además de las consecuencias que trae en el endometrio alterado, el daño que produce a los órganos genitales impide la unión de los espermatozoides con los óvulos y afecta la calidad de estos últimos, haciéndolos más difíciles de fertilizar y dificultando, además, la fijación del embrión y el comienzo de la gestación.
Si no llega el embarazo deseado, las técnicas de reproducción asistida de baja y alta complejidad, como la inseminación y la fertilización in vitro, ayudan a concretar el objetivo en la mayoría de los casos.
La prevención y el diagnóstico temprano son el principal tratamiento disponible para la paciente en la actualidad. De esta manera, el procedimiento quirúrgico mejora notablemente la calidad de vida porque disminuye drástica y rápidamente el dolor.