Rumbos

“Recuperé de grande la frescura al actuar”

Su carrera es casi tan larga como su vida. Debutó en cine a los cuatro años y no parece nada aburrido. En esta charla buena onda con Rumbos (se la pasó imitando a estrellas de Hollywood para las fotos) nos pasea por algunas sensacione­s de la infancia, cel

- POR JAVIER DROVETTO FOTO DE FEDE LOPEZ CLARO

Cuando Pablo Rago posa para las fotos, sonríe y el fotógrafo le pide que lo vuelva a hacer. Y Rago, que conserva el buen humor, que usa jean y zapatillas, que sigue siendo en esencia un pibe, lo hace y bromea. Dice que esa fue una sonrisa de Bruce Willis y que ahora mostrará una de Ben Affleck. Después dirá que sus gestos no se parecen en nada a los de los actores de Hollywood y contará que, una vez, un policía que lo paró en un control hizo venir a otro al que llamaban Pablito por un parecido con él que no existía. Y, entre flashes, tendrá tiempo de decir que se siente realizado porque Julia Roberts tuvo que haberlo visto actuar en El secreto de sus ojos para después filmar la remake. Rago hace lo posible para que todos se sientan cómodos. Cuesta imaginárse­lo en la piel de un miserable, del adicto, traficante y codicioso que interpreta

Guelleresa­bogado y por la maña na hace Tribunales, pero estudió dirección en la Universida­d de Cine de Buenos Aires.¿Dónde está el semillero de nuestros actuales cineastas?

Antes un cámara terminaba siendo director porque era algo natural, tuviera o no condicione­s. Ahora los directores son más jóvenes que yo y salen de las escuelas de cine.

¿Con los actores también ocurre esto?

He visto a actores pasar por la puerta de un canal para ver si consiguen un papel. Pero eso no existe más. Y no conozco muchos actores que salgan del conservato­rio. Ahora hay muchísimas escuelas de teatro. Si mi hijo quisiera actuar, lo mandaría a una escuela, no a trabajar. A mí me mandaron a trabajar a la tele, no había escuela posible.

¿Y eso es bueno?

Creo que sí, es más profesiona­l. Yo soy de la vieja guardia. Existe una generación en marcha, con la que me encanta trabajar, que viene de la escuela de Cris (Morena) y está muy preparada. Benja Rojas, Peter Lanzani… Saben hacer de todo, llegan siempre temprano y están educados profesiona­lmente. Además, saben hacer el negocio. Eso es lo que me asombra de los chicos de ahora.

¿Qué es "saber hacer el negocio"?

Peter se mandó a hacer teatro solo. Lali Espósito maneja su carrera. Natalia Oreiro tiene clarísimo cómo venderse. De eso se trata el negocio. Cantan, actúan, desarrolla­ron varios frentes. Yo no.

¿Esa profesiona­lización es sinónimo de una industria argentina del cine?

Pienso que no. Y eso es un bajón, porque lo directores no pueden pifiarla: se ven condiciona­dos a generar productos exitosos para asegurarse otra oportunida­d. Por otra parte, me parece que está bueno que exista cierto amateurism­o, porque así se mantienen frescas las actuacione­s, la dirección, los equipos. De todas formas, el cine nacional ganó terreno y prestigio en los últimos años. Tuvo gran apoyo del gobierno y muchas películas alcanzaron repercusió­n internacio­nal, mostrando el talento argentino.

Tenés 44 años y 40 de trayectori­a. Y conel Oscarquega­naste por El secreto de sus ojos sumás dos premios de la Academia. ¿Te sentís prestigios­o?

Cuando charlamos con Dan de esta nueva película, lo primero que sentí es que me respetaba como actor. Y eso no pasa seguido.

Pantalla, dulce hogar

En el filme que acaba de estrenarse

–El jugador–, donde comparte cartel con Alejandro Awada, a Pablo Rago le tocó interpreta­r el primer papel de villano de su carrera.

¿La madurez te hace más versátil?

Durante un tiempo sentí que había sido mejor actor de chico que de adolescent­e, entre los 15 y los 23. Después la vida me acercó al amor y ese amor trajo el teatro. Y el teatro me mostró otra forma de actuar. Hay algo de frescura que recuperé de grande. Ahora me siento tan cómodo y seguro actuando, que hago del set un espacio personal.

¿Ese bienestar que describís, lo tuviste siempre en la tele?

Me gusta mucho la tele. Es donde más cómodo me siento, como si fuera mi casa de la infancia. Cuando voy a Canal 13 por una nota, tengo que salir una hora antes para poder saludar a todos. Y al Canal 9 de la calle Dorrego (en la Ciudad de Buenos Aires) lo inauguramo­s grabando una novela con Paola Krum.

En los últimos años, vos expresaste tus afinidades políticas y con el cambio de gobierno se habló mucho de "la grieta". ¿Alguien te hizo pasar un mal momento por esto?

No, no me pasó. Me putearon en las redes sociales antes de firmar el contrato con TVR. Pero me siento muy contento con el programa, lo que pasó en el país y lo que me pasó a mí con respecto a la política.

¿Qué te pasó?

Me agarró con 40 años y sentí que me ponía los pantalones largos. En 1983 tenía once años y vi la reacción de la gente por la vuelta de la democracia. Mi familia era peronista. Escuchaba a Alfonsín y para mí también era peronista. Nunca me sentí representa­do por el peronismo hasta el primer gobierno de Cristina (Kirchner). Había votado siempre al socialismo, al comunismo... Al que perdía.

¿A Néstor Kirchner lo votaste?

Ni a Néstor ni a Cristina la primera vez, sí la segunda. Fue la primera vez que gané una elección. Para mí fue muy importante interpreta­r a Belgrano mientras transcurrí­a el Bicentenar­io, un momento muy emocionant­e del país.

El jugador se filmó toda en Mar del Plata en octubre del año pasado. ¿Te sentís en un país distinto?

En todo caso, otro país es el que recuerdo de la infancia. No el del año pasado. Segurament­e hay cosas que hemos aprendido y no las vamos a perder. De todas maneras, la gente sigue naciendo y sigue habiendo más jóvenes que entran en edad de votar. Una vez, Víctor Hugo Morales vino a TVR y nos dijo que cuando uno es chico, es de izquierda e imagina un mundo más justo donde las riquezas se repartan equitativa­mente; pero que a medida que crecemos, vamos adquiriend­o cosas y nos volvemos conser vadores porque tenemos miedo de perderlas. Sin embargo, al imaginarme un poco en esa situación, me doy cuenta de que no se modificó en mí esa actitud adolescent­e de querer que el mundo sea más justo.

¿Y qué podés hacer?

Siento que es un trabajo que debo hacer con mi hijo. Es con él. Estoy haciendo un trabajo para el futuro de mi país con mi hijo.

"EL AMOR ME ACERCÓ AL TEATRO Y AHÍ DESCUBRÍ OTRA FORMA DE ACTUAR."

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