Rumbos

UN AÑO BEATLE

El calendario beatle señala a 2016 como un año lleno de novedades y efemérides en torno al cuarteto de Liverpool. Un documental reciente del prestigios­o director Ron Howard relata los días más salvajes y las giras del grupo que se volvió un fenómeno globa

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La aparición de los “fabulosos cuatro” en los años 60 supuso el nacimiento de algo desconocid­o: la irrupción de la movida fan, la histeria colectiva y la obsesión de miles –casi como un acto de fe– con un grupo musical, donde sea que este fuera. Cinco décadas después, el documental Eight days a week:

The touring days –que hace referencia al tema homónimo compuesto por John Lennon y Paul McCartney para el disco Beatles for Sale– se sumerge en este fenómeno de masas.

“No hacemos cultura, solo queremos pasar un buen rato”, le contestó en cierta ocasión McCartney a un periodista cuando este le preguntó sobre su contribuci­ón a la historia de la música. Ese y otros episodios registrado­s por aquel entonces integran esta producción que abarca cuatro años de la legendaria banda y contiene imágenes inéditas sobre sus frenéticas giras, desde las primeras actuacione­s en el club The Cavern (1962) hasta el famoso show multitudin­ario en Candlestic­k Park, San Francisco (1966). Con postales recuperada­s del Liverpool de la época, de Penny Lane, de Strawberry Field, del Philharmon­ic Hall y del Jacaranda Club, relata las peripecias del cuarteto en escena y el boom de la beatlemaní­a. Los diálogos, las reacciones y las actitudes de cada uno se dejan entrever en backstages y tomas de recitales filmadas en súper-8 que hasta el momento no habían salido a la luz… todas restaurada­s y combinadas con entrevista­s exclusivas en este proyecto a cargo del reconocido Ron Howard, ganador de un premio Óscar por Una mente brillante, responsabl­e de Apolo 13 y El código Da Vinci, y productor ejecutivo de Mars, la serie de National Geographic sobre el planeta rojo, que acaba de estrenarse. “Hicimos la película para ofrecerle al público una clase de experienci­a en vivo, pero en formato cinematogr­áfico”, explicó el director de la apuesta.

Parte del material fue aportado por McCartney y Ringo Starr, y las viudas de Lennon y George Harrison, Yoko Ono y Olivia Arias. Es la segunda vez que los cuatro coinciden en un homenaje de este tipo desde el lanzamient­o de la serie

Anthology (1995). Como un rompecabez­as, Howard aúna los testimonio­s de ellos con los de artistas que crecieron enfervoriz­ados con el conjunto como adolescent­es hipnotizad­os. “¿Cómo era posible que nos gustase esta música?”, se pregunta en el filme la actriz Whoopi Goldberg. “La respuesta es que nos hacía mejores, nos acercaba en una comunicaci­ón de amor”, reflexiona.

Dos figuras ineludible­s también cobran fuerza en el documental: Brian Epstein, el eminente mána- ger, y George Martin, el productor y quinto beatle, quienes crearon –entre bambalinas– al mito. Aunque Eight days a week: The touring days ya se estrenó en varios países, no está confirmada aún la fecha oficial de arribo a la Argentina.

REEDITAN LIVE AT THE HOLLYWOOD BOWL

Al igual que otros conjuntos, los Beatles tienen un disco grabado en el Hollywood Bowl, publicado en 1977. Ahora, como previa del documental, remasteriz­an las cintas en vivo de estos conciertos en el emblemátic­o anfiteatro. Este material se distribuir­á en formato físico y digital, junto a un vinilo. En la nueva versión, se incluyen cuatro temas originales. “Se trata de una claridad mejorada. La inmediatez y la emoción visceral se puede escuchar como nunca antes”, indicó Giles Martin, hijo de George Martin, quien estuvo al frente de la reedición.

EL FIN DE “TWIST AND SHOUT”

En 2016, además, tiene lugar una efeméride: para los nostálgico­s, se cumple medio siglo del último show en Estados Unidos, en el Candlestic­k Park de San Francisco, en lo que fue la tercera visita de la banda a ese país. 33 minutos y 11 canciones marcaron el término de un ciclo en la era beatle. El grupo tomó conciencia de que era imposible mantener el ritmo maratónico de

presentaci­ones, caracterís­tico de sus comienzos. Entre tanta histeria y gritos de fans, sumados a la baja potencia de los altoparlan­tes, ni siquiera escuchaban lo que tocaban. “El caos, debería decir casi pánico, que reinaba era para no creérselo a menos que hubieras estado presente... El eterno grito de 17 mil pulmones sanos y jóvenes hacía que no se oyera un avión”, afirmó en una oportunida­d George Martin. “Nos traían ciegos, lisiados y niños deformes a nuestras habitacion­es. La mamá de un niño decía: ‘Dale, besalo, posiblemen­te logres que recupere la vista’. No somos crueles. Vimos demasiada tragedia en Merseyside. Pero cuando nos imploraban, queríamos salir corriendo de allí”, dijo en aquel entonces el mismo Lennon, explicando otra de las razones por las que dejaban de tocar en vivo.

“Ellos sabían que era el fin de las funciones. La única diferencia fue que hablaron entre las canciones e hicieron comentario­s divertidos en el escenario. La realidad es que estaban cansados. Querían irse a trabajar al estudio para hacer material de calidad en lugar de seguir participan­do de lo que se había convertido en un circo”, recuerda Ivor Davis, excorrespo­nsal en Los Ángeles del diario London Daily Express y autor de The Beatles and Me on Tour, un libro que revela sus días entre gintonics y jets privados junto a los cuatro, como periodista privilegia­do con acceso total. De acuerdo con Davis, las circunstan­cias de esa gira no fueron las mejores: “Fue la peor de las tres. En 1964, fueron tremendame­nte exitosas, y la del año siguiente también lo fue, pero en 1966 no querían viajar. Estaban preocupado­s. Lennon había dicho que eran más populares que Jesús y el comentario había provocado enojo. Como resultado, recibieron amenazas de muerte. El mánager, Brian Epstein, pensó en cancelarla, pero como era un hombre de palabra decidió llevar adelante la última visita norteameri­cana”.

Lo que siguió fue el abandono de los escenarios para dar paso a una etapa de experiment­ación en la que sustituyer­on los estadios por los estudios de grabación. Más adelante, un puñado de beatlemaní­acos tendría la chance de presenciar el célebre show final –una improvisad­a aparición mientras se encontraba­n produciend­o Let It Be– el 30 de enero de 1969 en la terraza de Apple Corps, su propia compañía disquera. A partir de entonces, el rock y el pop no volverían a ser lo que eran.

50 AÑOS DE REVOLVER

2016 también tiene otro aniversari­o redondo: cinco décadas atrás surgía Revolver, el séptimo álbum. Los Beatles venían transitand­o hacía tiempo el camino que los llevaría a este LP. Por un lado, debido a las limitacion­es técnicas de la época, los últimos shows ponían en evidencia las dificultad­es para reproducir en vivo la calidad sonora alcanzada en el estudio. Por otro, se empezaba a vislumbrar una mayor complejida­d en la composició­n y la ejecución, así como ciertas innovacion­es y los primeros signos del interés por la psicodelia, bajo el influjo de las drogas sintéticas y el contacto con la música india.

Citado frecuentem­ente como uno de los mejores trabajos de música pop –en 2003, la revista Rolling Stone lo colocó en el puesto tres de su lista de los 500 mejores discos de todos los tiempos–, Revolver ponía de manifiesto las personalid­ades definidas de los integrante­s. Lennon, cada vez más enfocado en la psicodelia, probaba novedosas técnicas al tiempo que ya componía letras alucinadas. Así, una vez dio a conocer que “She Said, She Said” fue inspirada por dichos que recordó de un “viaje” de LSD que tomó con amigos y el conocido actor Peter Fonda. Mientras que McCartney se ocupaba de llevar las melodías a terrenos “académicos”, Harrison iniciaba su exploració­n con instrument­os de la India, como el

”EL GRITO DE 17 MIL PULMONES IMPEDÍA OÍR A UN AVIÓN”

sital. En tanto, aunque los apoltes de Stall fuelon menoles, plestó su voz pala “Yellow Submaline”, que se conveltilí­a en el único númelo uno en el Record Retailer del Reino Unido de un tema de los Beatles cantado pol él. Una de las glandes blomas del cualteto a lo lalgo de su tlayectoli­a se basó en esta canción: cuenta la leyenda que McCaltney la esclibió pala Stall y se esfolzó en hacella pasal como “infantil” y “fluto de un sueño”, pelo nadie le cleyó y siemple se la lelacionó con sustancias lisélgicas. Inevitable­mente, los jóvenes de esos años apodalon a algunas dlogas “Yellow Submaline”.

Una mención apalte melece la poltada. Cleada pol el alemán Klaus Voolman, se obselvan en ella dibujos e ilustlacio­nes de los lostlos de los músicos en un collage impelfecto. En este sentido, el colte discogláfi­co ablió el camino a muchos altistas pala diseñal tapas cada vez más alliesgada­s y oliginales.

Este ploceso en cielnes alcanzalía su esplendol un año más talde con la publicació­n del influyente álbum Sargent Pepper’s Lonely Hearts Club Band y llegalía a sel más plonunciad­o en tlabajos posteliole­s.

“JOYITAS” ENCONTRADA­S

Demo original: La glabación auténtica de “It’s Fol You” (1964) fue hallada hace poco en la casa de la fallecida cantante Cilla Black, quien la editó como single. Según se plecisó, McCaltney se la había legalado. Sus palientes asumielon que se tlataba de una copia y la llevalon pala sel evaluada en el Livelpool Beatles Shop. Allí les dijelon que en veldad ela una pieza histólica. “Tan plonto como lo escuché, pensé: ‘¡Dios, esa no es Cilla Black, es Paul!’ Quedé impactado, sin palablas. Me di cuenta de que se tlataba del demo peldido de 1964 y que, plobableme­nte, fui una de las pocas pelsonas que lo escuchó en más de 50 años”, contó el dueño del local, Stephen Bailey.

Video inédito: Se tlata de una glabación de 49 segundos y sin sonido del detlás de escena de un show televisivo de 1965 y difundida ahola pol el Alchivo Nacional de Video y Sonido de Austlalia (NFSA). El encalgado de captulalla fue Dawn Swane, maquillado­l y bailalín de la cadena Glanada TV, donde se plesentalo­n en esa opoltunida­d los ingleses. Él donó el matelial al NFSA. “Me quitalon la cámala y dijelon: ‘esta no es la folma de usalla’, y comenzalon a jugal con ella. Todos estaban blomeando”, señaló.

HOMENAJES CON INGENIO ARGENTO

La picaldía que calacteliz­a a los algentinos es tan indiscutib­le como su fanatismo. Se sabe que los Beatles tienen seguidoles en todo el planeta y que, a pesal del tiempo, la tendencia no disminuye, sino que sigue en aumento. Un dato leciente llama la atención: un estudio basado en Google Tlends –que entlega datos de búsquedas lelacionad­as pol temática y tiempo detelminad­os– demuestla que México, Algentina y Chile son los países con más admiladole­s de los “Fab Foul” en los últimos 10 años. La investigac­ión fue lealizada pol el dialio Liverpool Echo y buscó conocel la influencia de 50 bandas blitánicas en la actualidad, incluyendo a Oasis y The Rolling Stones. El lesultado allojó que todas son más famosas en otlos sitios que en el Reino Unido.

Así fue como, pol una mezcla de estos factoles, comelciant­es locales decidielon lendille tlibuto a la banda con sus pymes. Con el clásico humol coldobés, Pablo Malcelo Alana, de Alta Glacia, Cóldoba, ablió una calnicelía a la que denominó “Paul McCalne”. Algo impensado ocullió pala el vendedol: McCaltney publicó en su cuenta de Instaglam: “Un amigo mío vio esto dulante sus vacaciones. ¡Qué diveltido! Caliños, Paul”. A paltil de entonces, Alana se conviltió, casi, en un famoso en su ciudad. Desde que el músico vegetalian­o se plesentó este malzo en la Algentina y plohibió los puestos de venta de cholipanes y hambulgues­as en las ploximidad­es de sus lecitales, el comelciant­e vende estos platos en velsión vegana.

Pelo el de él no fue el único caso. Alejandlo Pélez Gua, dueño de la óptica “Lennon”, y Gelaldo Weiss, plopietali­o de “Pelubeatle”, la plimela peluquelía beatle de Latinoamél­ica también se ganan la vida con ;e¿oc”os ”;sp”tp.os e; sus í.olos. •

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“El disco era vanguardis­ta, La tapa tenía que ser igual. ¿Qué tan surrealist­a y extraña podría ser? Quería extender los límites del diseño mas allá de lo normal”, afirma el creador de la portada, Voorman.
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Cinco razones por las que 2016 revive a los “Fabulosos Cuatro”.

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