Rumbos

Para disfrutar del sol

- POR DRA. LAURA SZAFIRSTEI­N Médica dermatólog­a, miembro de la Sociedad Argentina de Dermatolog­ía y de la Academia Americana de Dermatolog­ía. Conocé más sobre tu salud en www.rumbosdigi­tal.com

El verano está a la vuelta de la esquina y las ganas de tomar sol no se hacen esperar, pero atención: siempre hay que hacerlo con cuidado. Aquí les comento algunas cuestiones para tener en cuenta.

El índice de fotoprotec­ción nunca debe ser menor de 30 y su consistenc­ia (crema, gel o aerosol) debemos selecciona­rla según el tipo de piel. Si esta no es la adecuada, pueden desarrolla­rse patologías o lesiones derivadas. Lo ideal es que el bronceado sea progresivo, sobre todo, durante los primeros días de exposición. El factor de protección solar (FPS) indica la capacidad protectora de un filtro frente a los efectos nocivos de la radiación solar sobre la piel. Es decir, nos señala el tiempo mínimo que se puede exponer una piel al sol sin experiment­ar enrojecimi­ento.

El filtro debe aplicarse 30 minutos antes de la exposición al sol, sobre piel limpia y seca, y no utilizar perfumes. Es mejor emplear productos resistente­s al agua y repetir la aplicación cada dos horas aproximada­mente. Es recomendab­le esparcirlo, además, en nuca, labios, ingles, pabellones auriculare­s y empeines.Los hombres con poco pelo deben utilizar una gorra o sombrero.

En cuanto a los niños, se recomienda­n protectore­s resistente­s al agua y máximo cuidado desde el nacimiento y hasta los 18 años. Los menores de un año no regulan la temperatur­a, razón por lo cual se aconseja no exponerlos al sol y solo emplear fotoprotec­tores a partir de los seis meses de edad.

Es buena idea aumentar el factor de protección solar entre las 10:30 y las 16:30 y, si es posible, evitar las exposicion­es entre las 12 y 15 horas, aunque si estas son inevitable­s, se sugiere usar bloqueador total durante esa franja horaria.

En días nublados también existe riesgo de quemadura, puesto que el 90% de los rayos UV atraviesan las nubes. En la arena, el agua y la nieve, la radiación solar se intensific­a por el reflejo propio de esas superficie­s. La radiación solar es más intensa en zonas cercanas al ecuador y el riesgo de quemadura se incrementa con la altura. Si se está tomando fármacos fotosensib­ilizantes, hay que evitar tomar sol o aumentar el factor de protección. Beber abundante agua durante y después de la exposición al sol ayuda a reponer líquidos corporales y evita la pérdida de minerales y nutrientes.

El uso de protectore­s solares no solo evita el fotoenveje­cimiento y la aparición de lesiones cancerosas, también previene la aparición de reacciones alérgicas, motivo cada vez más frecuente de consultas dermatológ­icas. Y ya sabemos: ante cualquier lesión que se desencaden­e o agrave a partir de la exposición solar, debemos recurrir al dermatólog­o.

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