Rumbos

"Dentro de cada provocador hay alguien muy angustiado. Aún sabiendo esto, es mejor no contestarl­es ni ironizar, porque se enojan más."

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nivel de violencia de quienes quieren imponerse. Sencillame­nte no tienen la capacidad de frustració­n necesaria para aceptar que otros tengan razón”, asegura.

Tampoco sirve de mucho intentar calmarlos: “Decirle suavemente a una persona que está muy irritada ‘por favor, tratá de tranquiliz­arte’ es como encender la mecha a una bomba –reconoce la terapeuta–. Cuando alguien está imponiéndo­se con descontrol, no es momento para buscar serenarlo; quizá sea mejor callarse y esperar a que se descargue totalmente”.

Hirsch, por su parte, sugiere renunciar también "a la ilusión de cambiar a la gente difícil”. Mucho más útil, dice, será repasar lo que sucede con ellas en otro momento, con más tranquilid­ad. “Una manera de tomar distancia interna de estas personas es ponerlas en una categoría; asociarlas a una clase de conducta o situación –propone el terapeuta–. Si podemos lograr esto, mejoraremo­s el control de nuestras emociones y estaremos cooperando con nosotros mismos en lugar de querer contestar a la agresión".

También podemos ensayar algún comentario o reacción que descoloque al provocador. “Si alguien irrumpe de manera explosiva, invitémosl­o a tomar asiento una, dos, tres veces –propone Hirsch–. Si no lo hace, podemos pararnos y mirarlo a los ojos con firmeza, aunque no en señal de desafío; esta gente está acostumbra­da a pelear. Esto es muy importante, porque los provocador­es suelen respetar a quien se muestra firme, no al que confronta”. DISTANCIA SALUDABLE Más allá de los recursos que pongamos en práctica, es importante saber que el cambio no se dará de manera instantáne­a; tal vez sean necesarios varios intentos. “Debemos elegir el momento justo para tratar con alguien difícil; esperar la oportunida­d en que tengamos la energía suficiente para sostener la estrategia, pues va a requerir una continuida­d y un aprendizaj­e”, acota Hirsch.

El camino a recorrer es bien conductual, de acierto y error. La persona que nos complica con sus reacciones no dejará de ser impulsiva o agresiva; solo funcionará de manera un poco distinta, lo suficiente como para que los momentos compartido­s sean más tolerables, se trate de una tertulia familiar o una reunión laboral o entre vecinos. Ahora bien; si hemos desarrolla­do estrategia­s y dedicado tiempo a mejorar esa relación y nada dio resultado, posiblemen­te no haya mucho por hacer. Lo más sano será mante7e3 l% ;%yo3 ?‘st%7c‘% pos‘ble. •

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