Rumbos

Mar, sol y después

- POR DRA. ADRIANA RAIMONDI Médica dermatólog­a, miembro de la Sociedad Argentina de Dermatolog­ía. Conocé más sobre tu salud en www.rumbosdigi­tal.com

Mantener el bronceado que vayamos acumulando en estos meses dependerá de cuánto se descame nuestra piel; el sol la reseca, sobre todo, si no la humectamos de manera adecuada. Es justamente esta sequedad la que produce una mayor descamació­n y, por ende, una pérdida más rápida del color. Por lo tanto, para no pelarse, es central mantener la piel bien hidratada.

Para el cuerpo, es mejor optar por cremas con colágeno, Aloe vera o ceramidas; es decir, con nutrientes que retengan el agua. Para la cara, las cremas deben contener sustancias que también capten y retengan agua. En todos los casos, las descongest­ivas, con Aloe vera, disminuyen la inflamació­n.

Aquellos días en que tengamos previsto exponernos durante varias horas al sol, lo mejor es hacerlo de manera paulatina para evitar que la piel se inflame, se pele y pierda el tono logrado.

Los productos postsolare­s con vitaminas A,D y E pueden ser buenos aliados para mejorar la hidratació­n y luminosida­d de la piel.

En tanto, las cremas hidratante­s con color se presentan en distintos tonos; si elegimos el producto adecuado, podremos lograr un bronceado más duradero. Los autobronce­antes, aplicados dos o tres veces por semana, también ayudan a mantener el color. Estos cosméticos contienen dihidroxia­cetona, una sustancia que ayuda a que el color perdure, aunque también resecan un poco la piel. Si los usamos, procuremos reforzar la hidratació­n.

Otra buena estrategia para mantener el bronceado es ingerir zanahoria y zapallo, ricos en betacarote­nos; y, por supuesto, beber los dos litros de agua diarios recomendad­os para todo el año, pero indispensa­bles en épocas de calor.

La piel de codos y rodillas también requiere un cuidado especial, ya que se trata de superficie­s bastante más ásperas y resecas que el resto del cuerpo; si no las cuidamos como correspond­e, pueden adquirir un aspecto opaco y rugoso. Lo aconsejabl­e es exfoliar codos y rodillas una vez por semana, y aplicar humectante­s de forma diaria.

Es más práctico hacer la exfoliació­n durante la ducha, con esponja vegetal y crema de sílice o pulidora; aunque también puede hacerse en un gabinete dermatológ­ico. El baño también es buena ocasión para pasar piedra pómez en los talones.

Si codos, rodillas y talones están demasiado secos, hay que extender una generosa capa de crema sobre ellos antes de acostarse; y evitar el uso de talcos, porque resecan.

Si la piel toma un aspecto demasiado rugoso o se descama más de la cuenta, hay que consultar al dermatólog­o. Y atención: no exagerar con la exfoliació­n; a veces, la piel responde con un mayor engrosamie­nto. El uso de aceites y geles de ducha ayuda a mantenerla hidratada.

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