Rumbos

Un libro, mil libros

¿Es un cuento? ¿Una novela? ¿Una biografía? ¿Un cómic? ¿Tiene solapas? ¿Tiene más libros adentro? ¿Una carta? ¿Qué es?

- POR MARÍA SCHUJER

Ahí en el fondo de la librería, en la zona alfombrada, está esa masa informe llamada literatura infantil; incluye librotes y libritos; ediciones con forma de rana o tren; de tela, de goma, de cartón; con olor a flan; con tentáculos; y quichicien­tas versiones de cuentos clásicos de dudosa moralidad… Pero también hay, a veces en los inaccesibl­es estantes superiores, algunos tesoros; libros que desde la primera página derrumban la rancia idea de que una historia para chicos tiene que presentar un argumento lineal de baja complejida­d, rima consonante y personajes ultraprede­cibles. Sí, existen cientos de geniales libros para chicos… y un alto porcentaje de esos cientos salieron de la pluma voladora de un solo autor: Roald Dahl. Cualquiera que haya tenido la suerte de encontrars­e (o debería decir colisionar) con alguno de sus textos, ya no vuelve a ser el mismo: ahora sabe que no todos los niños son buenos ni tienen una existencia adjetivada en diminutivo­s; sabe que existen monstruos ridículos y gigantes hermosos; que hay mascotas a las que no debemos alimentar después de la medianoche y niñas con poderes que aman leer. Como una caja china bellamente ilustrada por el increíble Quentin Blake, el universo entero del escritor noruego florece y se ramifica en Los fantastibu­losos mundos de Roald Dahl, un libro para chicos (suspiro resignado) que los grandes no podemos perdernos.

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