¿Quién pone las reglas?
Horarios, límites, modales... La puesta en marcha de un nuevo hogar donde converjan hijos de parejas anteriores y distintos hábitos es un gran desafío, pero no imposible. Dos expertos aportan buenas ideas para abrir esta puerta a la vida sin miedo y con g
Se termina de guardar la ropa en una generosa mitad del placard, se despliegan juguetes que habitaron otros cuartos infantiles, se acomoda algún mueble querido que vino en el flete e incluso se mezclan los libros. Los de ella y los de él. Cuando las apariencias indican que terminó la peor parte de la mudanza, para muchas familias ensambladas recién comienza la verdadera travesía.
Por lo general, uno de los integrantes de la pareja se muda a la casa del otro, iniciando una convivencia en la que el romanticismo de los primeros tiempos se mezcla con las nuevas reglas de esta familia en formación, que se establecen día a día con cada pequeño acto. Y así como en toda familia tradicional cuesta trabajo que el padre y la madre concuerden acerca de ciertas cuestiones de la crianza; cuando se trata de acompañar el crecimiento de hijos que no son propios, que son de una nueva pareja, el desafío se duplica.
En esta aventura, se intenta llegar a un punto intermedio sobre los temas
"Las reglas que circulan familiarmente están en permanente construcción y la autoridad debe emanar siempre de un adulto".
cruciales, pero no siempre es fácil. En este sentido orienta la brújula la psicoanalista Adriana Martínez, coordinadora asistencial de la Fundación Tiempo: “En la crianza de los hijos el consenso es fundamental entre la mamá y el papá; y no necesariamente debe lograrse con la pareja nueva, aunque viva en la casa”.
A veces no hace falta que se pongan en juego temas como la religión o la educación, para que surjan cortocircuitos. La diferencia de criterios se expresa en lo cotidiano; desde el establecimiento de horarios y el uso del celu durante la cena, hasta la alimentación y el trato a las mascotas.
“La pareja nueva puede ocupar un lugar central, lateral o esporádico en la vida del chico de acuerdo a la intensidad del vínculo que tenga con el papá o la mamá que lo suma a la vida familiar”, indica el psicólogo Miguel Vázquez. Martínez, por su parte, añade: “También es determinante la edad de los niños, ya que no es lo mismo un nene de cuatro años que un adolescente”.
Los expertos aclaran que las reglas que circulan familiarmente están en permanente construcción y que la autoridad debe emanar del adulto. Cuando esto no ocurre, esos niños pueden manifiestar dificultades para acatar reglas en la escuela o mantener conductas que no son socialmente aceptadas en otros ámbitos, porque ellos mismos son el síntoma de lo que ocurre en la casa. Los chicos, tengan la edad que tengan, pueden sentir que la nueva pareja viene a robarse el amor del padre o de la madre. Su actitud hacia el nuevo adulto estará relacionada en forma directa con ciertos factores, como cuánto les costó la separación de sus padres, qué expectativas de reconciliación guardaban y, claro, con la nueva idea de que un extraño ocupe un lugar central en la vida de papá o mamá.
Para enfrentar estas dificultades, debemos recordar que las relaciones humanas son un aprendizaje constante y, por eso, tenemos que seguir buscando el camino día a día, con templanza y coherencia. •