PEDRO ALPEROWICZ Secretos del té
¿Cuándo surgió tu interés por el té? Empecé a estudiarlo hace 15 años con la tea blender Florencia Repetto. Luego, durante cinco años, dirigí varias obras en las que se tomaba té, como Un té con el Sr. Wilde y Amándote
en el Ritz, con lo cual pude unir mis dos pasiones: té y teatro. Más adelante obtuve la certificación de la QuintEssence du Thé y fundé el Centro de Estudios del Té. Ahora me dedico a dar cursos y organizo catas y eventos en torno al té. ¿Su consumo ya es una tendencia gourmet en la Argentina? Se lo reconoce como un producto gourmet, si bien todavía no hay una cultura del té establecida en el país. La cata y el análisis sensorial del té empiezan tímidamente a figurar, aunque siguen a la zaga de otros productos como el vino y el café. ¿Qué le aporta la cata de té al comensal argentino? Sucede que el argentino no está acostumbrado a experimentar con sabores y texturas, pero tiene gran interés en aprender. El análisis sensorial del té eleva el paladar y ayuda a que seamos un poco más exigentes en cuanto a la calidad de los alimentos, lo cual es muy importante para la industria alimentaria. ¿Cuál es la clave del maridaje del té? No orientarse siempre a “lo rico”, sino a tratar de generar o acentuar nuevas sensaciones en boca. No es tan fácil como uno cree; hay millones de maridajes posibles. Es cuestión de encontrar armonía y placer. ¿Algún ejemplo para principiantes? Los tés verdes japoneses van muy bien con el pescado, mientras que los tés verdes chinos combinan mejor con las frutas y los vegetales. El té oolong, que es semi oxidado, va muy bien con la vainilla, con tortas y con repostería francesa. •