Rumbos

DOLORES FONZI

CARITA DE ESTRELLA DE HOLLYWOOD, DISCURSO DE GUERRERA. AL BORDE DE LOS 40, LA ACTRIZ MÁS BELLA APRIETA EL ACELERADOR.

- TEXTO JAVIER FIRPO FOTOS VERA ROSEMBERG

Los cuarenta se le acercan a Dolores Fonzi y dice, casi resignada, que para contrarres­tarlos “no hay mucho que hacer”. Sin embargo, se esfuerza por estar mejor, al menos exteriorme­nte, con clases de gimnasia, algo que hasta ahora no había formado parte de su rutina: “Odio ha- cer ejercicios. ¿Qué es eso de correr en la cinta hacia ningún lado? ¿O por qué mover las patas así -ilustrapar­a endurecer glúteos?”. Así, entre rezongona, ácida y dolorida llega al encuentro con Rumbos, un rato después de una exigente clase. “El deterioro, que es sanguinari­o y me tiene acorralada”, bromea.

¿Cuánto hay de aquella actriz indomable y transgreso­ra de hace menos de veinte años en esta ver- sión aggiornada que sorprende hablando de la salud? “Hay una nueva corriente de sanidad que no existía cuando éramos chicos; una que promueve una mayor conciencia en cuanto a la calidad de la comida y la cantidad de agua que debés tomar, en la que me estoy empezando a embarcar”. ¿Cómo sobrellevá­s esta vida sana? Es un calvario -resopla-. Desde hace dos años viene un profesor a casa, a

las 8 am, y me quiero matar. ¿Te cuidás enlas comidas? No, para nada. Me encanta comer y, como verás, no soy un palo. Pero hacer gimnasia me permite comer y tomar sin culpa; el vinito siempre está. ¿Te llevás bien con el espejo? Me llevo mejor con la edad que con el espejo. Siento que interiorme­nte estoy mejor que hace quince años. ¿Note mirás mucho? Prefiero evitar los espejos. No me tiro a menos ni me siento un adefesio, pero físicament­e no tengo nada que ver con mis veinte años. Se te ve muy bien,a tu rostro lo desearíacu­al quier director de Hollywood… El otro día leí en redes sociales frases como: “Con esa cara, hasta una pelela en la cabeza le queda bien” o “Desigualda­d social es la cara de Dolores”. ¿Notaste que todas eran escritas por mujeres? Les gusto a las mujeres, me quieren. Pero lo digo bien. Tengo una posición clara hacia lo femenino, sin buscar una provocació­n diciendo que soy feminista a ultranza. Se te lee en Twitter con frases comprometi­das. Todo los temas que atañen a la mujer son delicados: nuestro cuerpo, nuestros derechos y libertades; lo que significa estar embarazada, referirnos al aborto con seriedad pero también libremente... No es joda.

Mujer-madre-actriz

Charlando en el bar de un hotel del barrio porteño de Recoleta, le traen a Dolores un tostado de pan árabe con papas fritas. Aquí se presenta LaCordille­ra, el film dirigido por su novio Santiago Mitre, que ella coprotagon­iza junto a Ricardo Darín. El actor interpreta al presidente de la Nación; ella, a su hija. “Hacía mucho que no estaba tan ansiosa por una película. Tener a Ricardo como primera figura es un imán para llevar mucho público. Me involucré mucho porque es la película de mi pareja y sé cuánto se esforzó para lograrla. Venís haciendo mucho cine después de un tiempo recluida. ¿Estás en laetapa laboral más próspera? No sé si la más próspera en términos económicos, pero en los últimos años apreté el acelerador: El crítico, La patota, Nieve negra y Truman. Después hice un año de tele con La leona, filmé otra peli en México, Restos de viento, y ahora La Cordillera. Laburé, sí… Y se viene El futuro está aquí, que tiene fecha para octubre. Salistea la superficie. Se ve que estoy sacando a la actriz que estaba en el closet. Uy, qué raro suena. Pero, en serio, ser mujer hoy, madre de hijos chicos, implica postergars­e, enfocarse en otras actividade­s caseras que tenés que hacer. “Tenés que hacer” suenaa obligatori­edad. Ya me imagino el título: “Dolores Fonzi prefiere trabajar y descuida a sus hijos” (celebra su ocurrencia). Sí, ¿qué tiene de malo, qué opción tengo? Tengo hijos (con Gael García Bernal) que fueron deseados, pero hoy soy la madre que está omnipresen­te. Entonces, de repente, me viene el síndrome de abstinenci­a y quiero ganar el tiempo perdido, una carrera imposible. La cantante Miss Boliviadij­o hace poco que “la ecuación mujer-madre no es justa”. Coincido a full. Ser madre es algo hermoso, incomparab­le, pero a la vez muy pesado para la mujer. De pronto desaparecé­s de la tierra, tu vida, tu cuerpo y tu amor tienen un solo destinatar­io. Es muy fuerte si lo pensás a conciencia. Pero vivimos sin reflexiona­r, en piloto automático. Este tema de la mujer postergada es un tema que moviliza. Desde el vamos la mujer queda esclava de ciertas formas y etiquetas. Es muy fácil hablar de la cosificaci­ón de la mujer, pero no nos detenemos en el lenguaje. Me llama la atención que hablemos de violencia de género, cuando el género es humano. La violencia es hacia y contra las mujeres. Es muy complejo. Ser feminista, no feminista. Todos buscamos la igualdad, el bien común. Es un tema que me da bronca, ¿podemos hablar de otra cosa? Es que veníaacuen­to de tu mayor visibilida­d a partir de que tus hijos Lázaro (8) y Libertad (6) están un poquito menos dependient­es. Son chicos, pero no tan pequeños. Y esto va permitiénd­ome más movimiento. Pero igual está la gran carga del día a día que tenemos las madres en esta cultura preparada para que la mujer esté en casa y el varón salga a trabajar. Estamos formateada­s así. Volvisteal­tema vos solita… Soy culposa. Ahora podría estar con ellos y no hablando con vos.

Tsunami interior

Dolores se acomoda una camperita moderna, casi futurista. “¿Qué te parece? La estrené hoy”, dice como excusa para dar vuelta la página. “Hay otra energía en mí, tengo necesidad de hacerlo todo: dos obras de teatro a la vez, mucho cine. Hay un movimiento interno que me pide más y hasta pienso en dirigir mi primera película. Quiero sacarle el jugo a esta renovación”, asegura.

“SER HIJA DEL PODER DEBE SER ALGO ESP A NTOSO, HORRIBLE; METIDA EN UNA VIDA QUE NO TE INTERESA Y RODEADA DE GENTE DES A GRADABLE.”

¿La tele no figura entre las opciones a futuro, como sucedió cuando hiciste La Leona? No creo. Me pareció muy buena experienci­a, pero una tira televisiva durante un año es algo intenso para una madre con dos hijos. ¿Escuchás ofertas? No voy a decir que no a proyectos teatrales que me gusten… Hoy siento que el teatro está mejor que el cine y tengo ganas de hacer algo como

Isósceles (2012), una obra alternativ­a increíble. Como dijo Inés Estévez, quiero hacer, necesito expresarme, tengo necesidad de escenario y de cosechar sin culpas. ¿Escuché mal o dijiste que te gustaría dirigir tu primera película? Escuchaste bien. Santiago (Mitre) es el artífice de esa locura. Me estimula imperativa­mente para que me ponga detrás de cámaras. Confía en mí. También Darín nos comentaba tu visión y tu postura como asistente de dirección en La Cordillera. En el rodaje asistí a Santiago durante algunos momentos y hasta le daba indicacion­es a Ricardo. ¡Qué caradura soy! Pero Richard es un amigo y confía en mi criterio. En este reverdecer que estoy atravesand­o aflora una faceta fuerte que tiene que ver con ideas, con temas para filmar; Santiago me estimula.

La hija del Presidente

Dice Dolores que vio La Cordillera unas veinte veces. “¿Obse yo? Miraba, estudiaba, analizaba… Estoy muy metida y es una película que quiero mucho”, dice quien encarna un personaje central en la historia: Marina Blanco, la hija del presidente (Hernán Blanco, interpreta­do por Darín), y la responsabl­e de aportarle oscuridad y tensión a la película. ¿La comprendés a Marina? La comprendo, pero a la vez siento pena por ella porque es un personaje vulnerable, al límite de sus emociones debido a una reciente separación. ¿Por qué sentís pena? Porque ella es heredera de un poder que nunca quiso. Y así, de buenas a primeras, tiene que estar conviviend­o con personajes que desprecia y también lidiar con cuestiones sensibles y extremas. ¿En quién pensaste puntualmen­te? Puntualmen­te en nadie, pero se te aparecen personajes como Antonia, la hija de Macri, que es tan chiquita y no tiene idea de lo que significa ser una hija del poder. Andá a saber cómo recibirá ella esa posición; tal vez esté chocha, pero nunca se sabe. ¿Y en lo personal cómo te imaginás ser la hija de un presidente? Ay, debe ser algo espantoso, horrible. Estás metida en una vida que segurament­e no te interesa, custodiada y rodeada de gente desagradab­le. Me refiero a lo complejo de ser un hijo del poder: de un político, un empresario o un personaje fuerte del mundo del espectácul­o. ¿Cómo construist­e tu personaje? Mucha lectura y ensayo, prueba y error con Santiago y Ricardo hasta dar con un personaje creíble, que irrumpe en la pantalla de forma impetuosa, ya detonado, frágil y envuelto en estrés. Nunca vemos a Marina en su estado natural. ¿Cuál fue tu mayor dificultad? Vivir en una actuación caótica. Nunca había vivido una experienci­a así, entrar a una historia convertida en un tsunami. ¿Y Paulina, tu rol en La Patota? No, Paulina era mucho más racional y reflexiva, tenía las cosas claras. Ella es hacedora de su camino, mientras que Marina es una pobre mina a la que llevan como marioneta. ¡Qué personajes! Tremendos. El de Paulina fue una bisagra en mi recorrido actoral y el de Marina, por su contexto, es el que más quiero. ¿Te costó llegar a vos? ¿Llegar a dónde? A ser una actriz considerad­a. No me costó tanto porque arranqué re pendeja, pero me hice sola. Ahora se podría decir que tu pareja es directory te facilita el trabajo. Es así, no me jode. Tengo un camino realizado y, si se quiere, desde antes que Santiago. Lo nuestro no pasa por una relación de convenienc­ia. Nos gustamos como personas y nos potenciamo­s en el laburo. ¿Cuánto cambió la actriz desde que estás con Mitre? Aprendí a trabajar en equipo y creo que estoy más abarcativa y sensible con ciertos personajes; todo esto sumado a una mayor intensidad actoral, que si bien siempre estuvo latente, ahora siento más cuidada. ¿Cómo es tu vínculo con Darín? Ricardo es lo más. No es mi novio, pero a partir de la profesión nos conocimos y lo quiero mucho. Filmamos cuatro películas juntos. Hicieron de todo, ahora falta que encarnen a una pareja. Que seamos amantes, je. Ya hicimos de hermanos, ahora soy su hija. El otro día me dijo: “Guacha, me hacés hacer de tu padre, en la próxima vos vas a ser mi vieja”. Ricardo es de los poquísimos actores con los que construí un vínculo de tanta confianza. Hablabas de la intensidad de tus personajes. Pienso en tu vida, tu convivenci­a con Gael García Bernal, tus residencia­s en España, los Estados Unidos, México. (Se atraganta y tose.) Pará, pará… Estoy en otra. Es tu vida. Parece hace mil años, loco… No más de siete años. Es todo tan intenso, efímero y veloz. Voy a tener 40 y veo a mis hijos crecer a pasos agigantado­s. ¿Entienden Lázaro y Libertad, tus hijos, a la mamá actriz? No lo tienen muy claro, pero me encargo de contarles. De todas formas, salvando las distancias con mi personaje, tengo claro que no quiero exponerlos a mi trabajo. Me preocupa que ellos puedan elegir, y hoy elijo resguardar­los de un ambiente que tal vez no les interese en absoluto. •

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