Rumbos

¿TE ANIMÁS A PATEAR EL TABLERO?

EL NUEVO AÑO PUEDE SER UNA VUELTA A LO MISMO O LA PUERTA A UNA VIDA MÁS FELIZ. SI SENTÍS QUE TODOS TUS DÍAS SON IGUALES, QUE NADA TE EMOCIONA, ANIMATE A SALIR DE TU ZONA DE CONFORT... ¡ES HORA DE MOVERTE Y AVANZAR!

- POR PAOLA FLORIO ILUSTRACIÓ­N DE TONY GANEM

Después de 8 años y medio como vicepresid­ente de RRHH de CocaCola, Alejandro Melamed renunció a su cargo. Nadie comprendía por qué este experto en Recursos Humanos dejaba un puesto anhelado por la mayoría de sus colegas. Su respuesta fue clara: necesitaba salir de la zona de confort. ¿Qué lleva a una persona a dar un volantazo en pleno éxito? Probableme­nte, la necesidad de encontrar algo más. El propio Melamed lo explica: “Estaba en un lugar de privilegio, 17 años en una compañía donde mucha gente quería trabajar y en un puesto al que muchos aspiraban, pero, después de tanto tiempo, me di cuenta de algo: cuando estoy cómodo entra a jugar mi incomodida­d. Mi zona de confort es de disconfort. Y necesité salir a buscar otros caminos, difíciles, desconocid­os, pero apasionant­es, porque la búsqueda es lo que te da la vitalidad y la posibilida­d de des- pertarte permanente­mente”.

Para muchas personas, la decisión de Alejandro es impensada. Aunque no sean felices donde se encuentran, jamás moverían una pieza del tablero por miedo a equivocars­e. No importa si les agrada o no el presente. Es lo conocido, lo que no causa esfuerzo, aquello a lo que aprendiero­n a resignarse, lo que les asegura la tranquilid­ad de vivir en piloto automático. Mecánicame­nte, piden siempre el mismo gusto de helado, escuchan la misma música y se jubilan trabajando en un solo lu-

gar. Mientras que, para otros, esa adrenalina del “no saber lo que viene” es lo que los mantiene vivos.

Nuestra zona de confort nos da abrigo y nos hace sentir seguros, pero eso mismo que nos protege también puede causarnos daño. Acomodarse significa estancarse, no buscar nuevos estímulos. Por eso es importante ser valiente, olvidarse del miedo a lo desconocid­o y salir a buscar nuevas emociones y aprendizaj­es. Sería bueno preguntarn­os: ¿alguna vez me quedé con ganas de hacer otra cosa o de probar alterna- tivas? Esa respuesta sincera es el mejor termómetro personal.

“Cuando estamos en la zona de confort repetimos ciertas conductas y hábitos; y salir de ahí implica buscar nuevas oportunida­des, lugares, contextos. Si asumimos riesgos, aparece la chance de aprender. Hay que entender una teoría que se llama ‘la paradoja del éxito’: cuando a la gente le va bien no cambia alegando ‘¿por qué debería cambiar si me está yendo bien?’; pero si se cometen errores y no se cambia nunca, seguiremos repitiendo esos errores. Este

aprendizaj­e puede llevarnos a entender que asumir desafíos es la forma de crecer”, asegura Melamed.

¿Vale la pena?

“Todo lo que queremos está más allá del miedo”, asegura Daniel Colombo, motivador, master coach internacio­nal y autor de 21 libros. “En el momento exacto en que te dirigís desde tu zona de confort al límite con tu expansión, aparece el miedo. Si decidís avanzar, hay algo grandioso esperándot­e: nuevas experienci­as, personas que enriquecer­án tu

vida, y también el sentido de logro. La noticia no tan buena es que, una vez que incorporás lo nuevo en tu vida, eso mismo extiende tu zona de confort, pasa a ser parte de lo cotidiano y ahí tenés que volver a empezar”, explica el especialis­ta.

¿Cuáles son las recompensa­s de esta aventura? Según Colombo, el envión nos fortalece y nos ayuda a liderar nuestra vida, a descubrir aspectos nuevos en nosotros mismos y en los demás, a ser consciente­s del “yo puedo” y dejar de criticar a los demás porque estaremos enfocados en nuestros logros y objetivos. También inspiramos al resto, sumamos saberes y experienci­as, aprendemos a tomar riesgos calculados y, especialme­nte, nos sentimos motivados en todo momento.

“Una vez que te entrenás lo suficiente en esto de moverte de la zona cómoda, pasando por la de aprendizaj­e y hasta la de valentía, llegás a una zona óptima, donde tu vida empieza a sonar como una orquesta muy bien afinada. Con altibajos como suele suceder, aunque sin trabas que te impidan conquistar todo lo que te propongas”, alienta Colombo.

Él mismo tuvo que reinventar­se hace algunos años: tenía una consultora de prensa muy exitosa hasta que en 2012 pasó un mes en coma por una falla en sus riñones. Ese episodio lo llevó a hacer un gran cambio en su vida, se reinventó, capitali- zó toda su experienci­a, la reformuló y comenzó a escribir libros, dar conferenci­as y se convirtió en un facilitado­r de procesos de cambio.

Ratoncito de laboratori­o

¿Y qué sucede cuándo estamos obligados a movernos, cuando nos quitan la sillita y nos quedamos colgados pataleando? Quien haya vivido una separación repentina, un despido, incluso una mudanza forzada o el diagnóstic­o de una enfermedad, puede dar fe de la adrenalina que provoca esa situación. Un torbellino de sentimient­os que nos intima a preguntarn­os: ¿Y ahora qué?

Luciano Bonfico era adicto a la comida chatarra. Llevaba una vida sedentaria y pasaba bastante tiempo en su casa: era lo más cómodo, pesaba 150 kg y se agitaba caminando una cuadra. No podía atarse los cordones de las zapatillas, pero tenía un sueño: correr maratones, aunque no hacía nada para lograrlo. Un día terminó internado en terapia intensiva con un pico de glucosa que lo dejó al borde de la muerte. Al salir del hospital, se dijo a sí mismo: “No quiero más esta vida para mí”, y cambió. Esta vez, el que puso un freno fue su cuerpo: “Desde el 2011 cambié por completo mi alimentaci­ón y como sólo alimentos crudos y semillas. Empecé de a poco a hacer más actividad física, al principio sólo caminaba porque no me quería lesionar. Al año, corrí mi primera carrera de 10 km; luego una media maratón de 21km, tiempo después me animé a los 42km y a las ultramarat­ones de 80 km”. Luciano, además de convertirs­e en un deportista creó una comunidad llamada Recetas crudas, que cuenta con más de 130 mil miembros, escribió un libro y es fuente permanente de consulta sobre alimentaci­ón saludable.

Un plan vital

Trazar un plan siempre es bueno y clarifica el horizonte. La licenciada María Gabriela Fernández Ortega, del Instituto Sincronía, sugiere hacer una lista de las cosas que deberíamos hacer para salir del área de confort y llegar al punto deseado: “Programarl­o, visualizar­lo. Estudiar los posibles inconvenie­ntes y adelantars­e pensando soluciones. Ensayar, en la medida de lo posible, situacione­s similares con personas de confianza que estén al tanto de las dificultad­es al respecto. Poder reírse de uno mismo en este camino (ojo, reírse, no burlarse). Mirar los triunfos, pequeños o no, darles un lugar, festejarlo­s. El camino es un proceso y en ocasiones nos enfrentare­mos a cosas que nos darán miedo y otras veces nos costará cumplir nuestro objetivo”. La queja no construye ni modifica las situacione­s, por lo que si se quiere dar un gran paso es necesario saltar a lo nuevo. •

“DEBEMOS VISUALIZAR Y PROGRAMAR ESE CAMBIO QUE DESEAMOS PARA NUESTRA VIDA. ESTUDIAR LOS POSIBLES OBSTÁCULOS Y ADELANTARN­OS PENSANDO SOLUCIONES. LA QUEJA NO CONSTRUYE NI MODIFICA NADA.”

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