Rumbos

Héctor Larrea “Tengo ocho radios portátiles distribuid­as por toda mi casa”

- TEXTO JAVIER FIRPO FOTO PEDRO LÁZARO FERNÁNDEZ

A poco de cumplir los 80, el inmenso "Hetitor" de la radiofonía argentina sigue desplegand­o su magia en el programa que conduce a diario en Radio Nacional Folklórica. En esta cálida charla rumbera, nos habla de lo importante: sus maestros, la fórmula de amor y humor que lo une a Ely, su compañera de vida; y la emoción que aún le provoca sorprender a sus oyentes.

Con su sombrero panamá infaltable “porque siempre es bueno cubrirse la cabeza”, anteojos oscuros y un megáfono de sus tiempos de Bragado, al que apela seguido para cantar o recitar al aire, Héctor Larrea está solo en el estudio de Radio Nacional, donde en un rato conducirá, como lo hace de lunes a viernes, su ciclo vespertino por FM Folclórica. Es el momento de concentrac­ión, esos quince minutos previos en que nadie le habla ni lo desconcent­ra. Él está con sus apuntes, su libretita, algunos cd’s, todo de-sordenadam­ente prolijo en su mesa de trabajo. En un rato lo escucharem­os en acción, al frente de su aceitado equipo, como si fuera el director de una orquesta que suena distinto, que gusta y cautiva porque nada tiene que ver con el resto de las orquestas que están a lo largo del dial.

Una vez arrancado el programa, veremos a un Larrea enérgico, juguetón, impetuoso, alegre, ágil y con un manejo de la escena y de los tiempos dignos de los grandes maestros, como es “Hetitor”, tal lo llaman en el medio. Su voz capta a miles de oyentes que le agradecen a este caballero de 79 años su vigencia y amor por el éter, pero también esa pasión y creativida­d que ofrece cada día en su franja horaria. Porque, como sucedió cuando Rumbos estuvo en el estudio ubicado en pleno microcentr­o porteño, Larrea decidió abrir el ciclo evocando al filósofo italiano

Cicerón: “Los hombres son como los vinos. La edad agria a los malos y mejora a los buenos”. “Es preferible ser viejo menos tiempo, que serlo antes de la vejez”. “La amistad comienza cuando termina el interés”. Larrea siente que ese esfuerzo de buscar con qué sorprender a sus escuchas es bienvenido y retribuido. “Me parecen tan sabias e importante­s esas frases para recordárse­las a la audiencia y, además, tienen una vigencia extraordin­aria. ¿Ves? En eso me siento muy útil”, concluye. Se te ve feliz, renovado e imparable dentro del estudio…

Todavía me hace feliz venir a trabajar, pero no es esa felicidad de quien está contento por algo… No, es una felicidad que alivia, que fortalece, porque venir todos los días a este estudio es estar en otro planeta. Y estar en otro planeta viviendo en Argentina es cautivante”. ¿Cómo llevás tus próximos 80? Fantástico. Me encanta cumplir 80, me gusta ser este viejo que soy. Siempre creí que moriría joven... La vida pasa volando.

Fontana y Carrizo, dos faros

Larrea se saca los anteojos y toma agua. Está cansado dice, porque en las dos horas que está al aire lo entrega todo y más. Claro, al relajarse, el agotamient­o lo envuelve. “Estar en cada detalle me cansa, no lo puedo evitar”, remarca el único sobrevivie­nte de una generación de profesiona­les de la radio encabezada por Antonio Carrizo, Cacho Fontana, Hugo Marthineit­z, Juan Carlos Mareco, Raúl Calviño, Miguel Angel Merellano, Carlos D’Agostino, Guillermo Cervantes Luro y Blackie.

“Fueron una gran escuela, sobre todo Carrizo y Fontana, quienes, unidos, se transforma­ron en amos y señores de la radio durante décadas. Sin pretender bajar línea, nos enseñaron cómo se hacía un programa, a partir de qué bases y límites, y cómo manejar los tiempos, algo primordial. Hay un antes y un después de Carrizo y Fontana”. ¿Llegaste a estar al nivel de ellos? Pero, por favor... Imposible empardarlo­s. Ellos fueron Maradona y Messi. La creativida­d, el talento y el desenvolvi­miento de Antonio y Cacho eran dignos de admirar.

¿Qué te faltaba a vos?

No me daba el pinet. Siento, aún hoy, que nunca tuve ese ingenio que a ellos les brotaba naturalmen­te. ¿Tenés idea lo que eran programas como “El Fontana Show” o “La vida y el canto”? Lo eran todo, millones los escuchaban.

Vos estuviste al frente de “Rapidísimo” durante más de treinta años y en tres radios distintas.

Un programa que quedará en la historia de la radio y, por supuesto, que es el ciclo con el que se me vincula; pero sinceramen­te era un programa que apareció después, y era más vigoroso y familiero, menos cerebral, por eso nunca llegó a tener la envergadur­a de aquellos. ¿Hoy escuchás radio en tu casa? Permanente­mente. Tengo ocho portátiles distribuid­as en distintos lugares del departamen­to: baño, cocina, dos en el living, otra en el balcón, dos en mi escritorio, una chiquita bajo la almohada.

¿A quién sintonizás?

Un poco de todo. Me gusta estar al tanto de lo que hay en AM y FM, pero no encuentro un conductor. Creo que la radio necesita volver a tener un Lalo Mir, que ahora se tomó un tiempo sabático.

¿Cómo está Ely, tu compañera de tantas batallas, que la peleó para salir adelante?

Es una compañera formidable. Estuvo cinco años internada porque padece un trastorno que un psiquiatra sintetizó como “personalid­ad contradict­oria”. Pero ahora está bien, hace una vida normal aunque está muy medicada y a veces se olvida las cosas. Le ponemos el pecho a la vida y estamos juntos y nos divertimos, aún en los peores momentos. En 2019 se cumplirán cincuenta años juntos.

Nos conocimos en 1969 y precisamen­te en el hall de esta radio, por lo que deberíamos hacer una fiesta aquí en Nacional. Ojalá podamos festejar con salud y alegría. Volviendo a tu programa, no sos de zambullirt­e en la cruda actualidad.

Digamos que no. Si bien no la puedo evitar, quien me sintoniza sabe que va a encontrar algo distinto: algún autor, algún cantante, alguna historia. Por eso soy un visitador estoico de disquerías y librerías.

¿En busca de qué hallazgo estás? Estoy obsesionad­o con las biografías. Las últimas que conseguí son de Martha Argerich, que me tiene loco y, obviamente, comparto pasajes con mi audiencia, y otra de María Callas, que es reveladora.

Has hablado mucho de Borges en tus programas, se nota que está entre tus preferidos.

Es mi autor predilecto. Aunque yo sea peronista de aquellos tiempos de Perón, no de estos, considero a Borges el mejor. Y sé que me criticaría Jorge Luis por mis colores políticos. Pero sí, a Borges recurro cuando puedo y lo necesito. ¿Quién es tu oyente, Héctor? Gente como yo. Yo preparo el programa para tipos que tienen mis afinidades, que por lo general son de la clase media-baja y baja. Al cabo de tantos años me di cuenta de que la clase media-alta y alta no tienen mis gustos, como por ejemplo el amor hacia el tango y el folclore. Con una vida tan intensa, ¿qué te queda por hacer?

El programa de mañana. Sólo sueño con llegar a mañana. Y si me apurás un poco, sueño con cumplir los 80, en octubre, estando al aire. •

"MI SUEÑO ES LLEGAR AL PROGRAMA DE MAÑANA, PODER HACERLO."

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