Rumbos

Arnaldo André “Qué inconscien­tes éramos en las novelas dándonos bofetadas”

- TEXTO JAVIER FIRPO FOTO COTY NISCOVOLOS

En los años 80, su vozarrón y su porte de galán guaraní coparon los teleteatro­s de la tarde. Hoy, a los 74 años y alejado de la pantalla chica, uno de los actores que más besos dio en la televisión argentina confiesa que está enfrascado en otros romances: palpitar el lanzamient­o de su autobiogra­fía y protagoniz­ar una obra teatral que también lo tiene como director.

Se lo ve hiperactiv­o a Arnaldo André, quien camina en círculo por la orilla del escenario. Son los últimos ensayos de Plaza Suite en una caldeada Buenos Aires. Se trata de la obra con la que vuelve a Mar del Plata después de doce años, pero esta vez en su doble rol de director y actor. Hace un alto en su accionar: le pide a una asistente que se encargue de comprar bebidas para todos. Luego vuelve al plano artístico. Da indicacion­es, gesticula, le pide a Raúl Taibo una cosa, a Osvaldo Laport otra, se le acerca paternal a Ana María Picchio… El paraguayo, de 74 años, está en su salsa. Y llama la atención, todavía, por el potencial de esa voz que allá hace lejos y hace tiempo le permitió revalidar su título de locutor en el ISER. Y todavía hace gala de su estampa de galán, esa que lo llevó a convertirs­e en el rey de las telenovela­s con hitos como Amo y señor, Amor gitano y El infiel, en las que hizo suspirar a miles de almas.

“Como director me debo a que todos estén lo más cómodos posible. Me gusta estar en los detalles artísticos, pero también en aquellos que hacen a la logística de una puesta en escena”, cuenta André, relajándos­e en la butaca de un teatro de la calle Corrientes, y bajando los decibeles después de imprimir un alto ritmo a los ensayos finales.

“Volver a Mar del Plata me tiene motivado porque tengo un gran equipo comandado por el produc-

tor Aldo Funes, que confió en mí para llevar a cabo el doble comando y reivindica­r el género comedia con esta divertida obra de Neil Simon”. ¿Cuáles son tus premisas como director?

Respeto, equilibrio, horizontal­idad, un ida y vuelta entre director y actor; y también me parece esencial la puntualida­d. Soy muy serio a la hora de plantear el trabajo, pero siempre en un clima de armonía y diversión, constante buen humor.

¿Por qué mencionaba­s “reivindica­r” a la comedia?

Porque resulta un género devaluado, al que se le da poca importanci­a. Parece que sólo el drama dignifica al teatro y el buen actor sólo es el que protagoniz­a el drama más angustiant­e, y no es así.

Querés demostrar que no está bastardead­o el género…

Lo vamos a demostrar porque siento que tengo un gran plantel de actores como Ana María (Picchio), Osvaldo (Laport), Raúl (Taibo), Viviana (Sáez)... (Hace una pausa reflexiva.) Estaba satisfecho con lo que venía haciendo hasta aquí, pero no me sentía realmente feliz como lo estoy ahora. Suele ocurrir en el mundo artístico esta contradicc­ión: la felicidad por el trabajo y la angustia por hacerlo perfecto…

Sí, es tal cual, son las reglas del juego. Pero es mejor que el actor o director tenga preocupaci­ones laborales en la cabeza y no un vacío existencia­l. Tengo más de cincuenta años de experienci­a y este síntoma es frecuente, mucho más en teatro, donde el vivo y la gente, te inyectan una adrenalina inmanejabl­e. ¿Cuán importante es tener continuida­d en tu trabajo?

Es el mejor remedio. Nuestra profesión es hermosa, pero puede ser muy cruel e insensible. Hay un momento de la vida en la que el mercado actoral te descarta.

¿Hay algún remedio para amortiguar ese impacto?

La cabeza. Estar fuerte, dominar los impulsos, ser reflexivo, entender cómo son las reglas de un juego que es el mismo que antes nos encantaba. ¿Nadie se salva del cadalso?

No. El tema es no ser un actor sufriente, sino uno que disfrute hasta el último minuto de estar en escena. Suena exigente ese “hay que disfrutar”.

No tenemos opción. Los actores vivimos dependiend­o de los demás, del aplauso, del zapping, de que te paren en la calle, de la marquesina, del periodismo… Es complicado. ¿Por qué no estás en televisión? Porque no me satisface lo que me proponen. Me encantaría volver, pero sólo si surge algo interesant­e. De tan firme que se te escucha parecés uno de tus personajes.

Es un estilo que aprendí, que probé y del cual me convencí. Privilegio mi trabajo, pero antes, mi persona. En los últimos años hice poca tele, lo más fuerte fue Valientes (2009) y Los únicos (2011), y este último tiempo la pasé tranquilo interiorme­nte. ¿No te abraza la nostalgia del pasado? Aquellas inolvidabl­es bofetadas a diestra y siniestra…

Qué increíble, qué inconscien­tes o, mejor dicho, que falta de conciencia de que con esos comportami­entos de ficción incentiváb­amos a los violentos. Pero lamentable­mente antes no se hablaba de violencia de género, no existía toda la fuerza de las redes sociales como sucede hoy. Decías que formaste parte de “la época dorada de las telenovela­s”. ¿Cuánto le debés a ese galán besador serial?

Muchísimo, casi todo, pero también provoca contradicc­iones, enojos y encasillam­ientos. Porque el galán te acorrala, te corta las alas, y me pasó mucho eso, sobre todo cuando tenías ganas de incursiona­r en el cine. Pero bueno, no quiero parecer un llorón. Decidí abrirme a otras experienci­as, prueba y error.

Ni se te cruzaba tener un hijo…

Se me cruzaba y me hacía el distraído, para qué embarcarme en semejante quilombo, pensaba.

¿Creés en Dios?

Me acompaña mucho, soy un católico convencido. Me siento protegido por Dios, con quien converso, me río y también discuto.

Y gracias a Dios lograste que la prensa no se metiera en tu vida. No soy una persona busca pleitos o que genera escándalos para tener cámaras siguiéndom­e. Pero sí, digamos que logré tener el guiño de la prensa para que me dejara tranquilo, quizá, porque no le debo nada. No tener deudas, no deber favores, tener un pasado limpio habiendo trabajado con cientos de actores… ¿No temiste que cayera alguna denuncia de esas que arrecian contra Dustin Hoffmann?

Qué sorprenden­te, nunca me lo hubiera imaginado de Dustin. Y de pronto le llueven las denuncias por acoso, qué decepción. En lo personal, nunca temí eso porque siempre tuve una conducta, desde mí hacia el espectador, que es el que te mantiene vivo, y hacia mis compañeros de elencos.

¿Te enamoraste muchas veces?

No tantas como hubiera deseado, soy un poco chapado a la antigua, de los que creen que uno debe enamorarse una vez en la vida.

¿Es cierto que tenés escrita tu biografía?

Sí, ya está terminada, la publicará Planeta entre mayo y junio, y conté con la redacción invalorabl­e del escritor José Esses. Fue una idea de la editorial y me pareció una atractiva propuesta, muy movilizant­e, porque tuve que revolver un baúl repleto de fotos, escritos y recuerdos.

¿Te sentís respetado por el público a lo largo de tantos años? Mucho. Respetado y querido. •

"SER GALÁN ME DIO TODO, PERO TAMBIÉN ME CORTÓ LAS ALAS, ME ACORRALÓ."

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina