Keith Richards. El diablo sabe más por viejo...
Leyenda viva del rock and roll, autor de algunas de las canciones más influyentes de la historia, el guitarrista stone expone la intimidad de su mito en un biografía que define también un época.
Una buena manera de saber si un artista alcanza la estatura de ícono es preguntarse si a través de su historia personal se puede contar también la historia de su tiempo. Y en el caso de Keith Richards la respuesta es un rotundo sí. Como se ve a las claras en su recientemente ampliada y reeditada autobiografía Vida (Planeta), el guitarrista de los Rolling Stones será recordado como uno de los personajes esenciales de nuestros tiempos, tanto por la forma en que absorbió la cultura del siglo XX como por la manera en la que la definió. Nació a comienzos de la década del 40, cuando las bombas alemanas caían sobre Londres y la Segunda Guerra Mundial tenía aún destino incierto. Creció escapándole a la miseria de posguerra, enfrascado en la música de la radio y los discos de blues que pedía por correo. Hasta que el destino lo cruzó en un vagón de tren con Mick Jagger y juntos formaron la banda de rock más grande que ha existido y que probablemente existirá. Junto con los Beatles, los Stones pusieron color y música a un mundo que todavía vivía en blanco y negro. Y ya nada sería como antes de ellos.
Keith Richards fue uno de los detonadores de los explosivos cambios culturales que modificaron a la sociedad en los años 60, cuya influencia todavía se siente en nuestros días. Su manera de vivir (la música, los viajes, las relaciones libres, el culto a la experimentación ) fue referente de las maneras alternativas de vivir que irrumpieron en aquellos años: nuevos objetivos En primera persona Publicada originalmente en 2013, Vida acaba de regresar a las librerías argentinas en una reedición en español, corregida y revisada, Una de las mas celebradas autobiografías del rock. existenciales que no respondían al paradigma convencional de conseguir un buen puesto en una oficina, casarse y tener al menos un par de hijos. A lo largo de sus memorias, Richards va contando como vivió en primera fila esa transformación social de la que fue al mismo tiempo protagonista y testigo: las confrontaciones con policías y autoridades gubernamentales por la manera de vestir y el pelo largo, la cultura de las drogas y sus abusos, el racismo y el sexismo tan naturalizado en tantos ambientes y las libertades individuales asociadas con el rock and roll, que alguna vez fueron escandalosas y hoy son parte de nuestra vida cotidiana.
También están sus historias de amor, con divas de la talla de Anita Pallenberg y, por su puesto, su relación simbiótica, de amores y odios intensísimos, con Mick Jagger. Aunque le saca el cuero una y otra vez por su obsesión por la fama y el dinero, Jagger aparece como el espejo frente al que Richards constuyó su personaje de pirata noble, rockero a prueba de balas y mito de la música de nuestros tiempos.