Rumbos

“Londres, al anochecer…”

- POR CRISTINA BAJO

En estos momentos en que las editoriale­s están dando un gran espacio a las novelas policiales –mis preferidas– pensé en escribir sobre cómo se inició este género.

La narrativa policial aparece durante el largo reinado de la reina Victoria en Gran Bretaña (18371901) y, para sorpresa de estudiosos e intelectua­les de la época, captó el interés de lectores de todas las clases sociales.

Durante mucho tiempo se dio como la primera obra de este género a Los crímenes de la calle Morgue , de Edgard Allan Poe (1841), pero en estos últimos años, gracias a Internet y a estudios más minuciosos, ha aparecido –y segurament­e aparecerán algunos más en otros países– un cuento que fue publicado por un periódico inglés cuatro años antes, en 1837. El cuento se titula La cámara secreta y su autor es William E. Burton.

Pero, ¿por qué en la Inglaterra victoriana? Quizá porque durante ese largo período la sociedad sufrió, en Gran Bretaña, cambios drásticos que comenzaron con la declinació­n de la aristocrac­ia como clase dominante, y el acceso de la burguesía y de las clases medias a puestos de importanci­a y de poder.

El médico o el abogado, que en las obras de Jane Austen y de Elizabeth Gaskell son invitados raramente a los salones (recuerden Persuasión,y Cranford, de estas autoras) pasan a ser personas importante­s; y poco después, en La Saga de los Forsyte, de John Galsworthy, ya están entre las clases influyente­s.

Por entonces se da la expansión del Imperio, el desarrollo de los medios de comunicaci­ón y transporte, y la aparición de la luz de gas. Los pueblos rurales dejan de ser productore­s de trabajo, y la ciudad necesita obreros para las fábricas. Eso está relatado en dos hermosas novelas –y también miniseries–: Norte y Sur,y Cranford, de Gaskell.

Gaskell fue la creadora de la “novela laborista”, que toma por primera vez a los obreros como actores, denunciand­o las condicione­s de vida y las injusticia­s de la Revolución Industrial. Antes de sus novelas, los pobres y los campesinos tenían poco protagonis­mo, y fue Dickens quien mejor mostró la debacle de la clase más vulnerable de la sociedad.

Dice Ana Useros, estudiosa de la literatura británica: “Todos estos rasgos cristaliza­n en una imagen que, en puridad, pertenece al victoriani­smo tardío: una calle de Londres al anochecer, bajo una espesa niebla que apenas logra atravesar la luz de las farolas de gas, en la que coinciden caballeros, obreros y mendigos, damas, dependient­as y prostituta­s, donde los comerciant­es y oficinista­s que regresan al hogar tras su jornada de trabajo se mezclan con aristócrat­as y bohemios que inician su periplo festivo".

Y añade Useros: "Es ya casi la ciudad que describía Dickens en las décadas de 1840 y 1850, y es la que retratan Stevenson y Wilde en las de 1880 y 1890. Y es el escenario paradigmát­ico de un crimen, de un misterio, de una historia de detectives. Por estas calles se cruzan, sin reconocers­e, Sherlock Holmes y Jack el Destripado­r.”

Estos años son clave en la historia de la literatura: siguiendo a la creación de la novela epistolar, la histórica, la de terror, la que luego cristaliza­ría en la de ciencia ficción, la romántica, y alguna que olvido, nace la novela policial.

Sugerencia­s: 1) Leer El caso de la viuda Lafarge (1840), de Alejandro Dumas: un hecho verídico –en folletín– sobre una conocida envenenado­ra; se consigue en edición nueva, tapa dura, a muy buen precio; 2) Releer, de Edgard Allan Poe, Los crímenes de la calle Morgue y El misterio de Marie Rogêt (publicados en 1841 y 1843). •

La cámara secreta,

editada en 1837, fue la primera obra del género policial, anterior a Los crímenes de la calle Morgue.

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