Desequilibrios del amor
La vida amorosa es, con suma frecuencia, una de las mayores fuentes de preocupación y angustia. A veces creemos que esas sensaciones se deben a que no encontramos en quién depositar nuestro amor; a que la persona, al fin hallada, no nos corresponde con igual sentimiento; o a que mantenemos vínculos conflictivos o perjudiciales. Sea como fuere, la angustia es, por regla general, como la aguja de una balanza que nos indica cierto desequilibrio.
Es sabido que el término “pareja” remite al de una relación entre dos personas. Y suele hablarse de “pareja”, la mayoría de las veces, haciendo referencia a personas que mantienen entre sí un vínculo amoroso. Pero muchos olvidan que dicha palabrita también significa igualdad, similitud, semejanza. Porque para lograr una relación de pareja gratificante, es fundamental que en dicho vínculo se dé una condición de igualdad.
Las dos personas involucradas en la relación deben tener el mismo tipo de compromiso, similar grado de interés por el otro, la misma intensidad de amor... De no ser así, no habrá equilibrio alguno, dado que nohaynada parejo en dicha pareja. ¿Acaso precisamos que nos expliquen quién sufre las consecuencias cuando esto no ocurre? Desde luego, quien más apuesta es siempre quien más pierde. Y, en cuestiones de amor, quien más ama es también quien más suele padecer.
En la mayoría de los casos, cuando una persona se siente angustiada debido a que está en una relación con alguien que no se involucra en igual medida, lo primero que se pretende es cambiar al otro, lo que constituye una pretensión extremadamente ingenua. ¿Por qué motivo ese otro u otra tendría que cambiar? El otro es el que es, nos guste o no. Y cada cual sólo tiene poder para cambiarse a sí mismo, no a los demás.
Por eso, la posibilidad de cambio está en el interior de cada uno: si nosotros cambiamos, tal vez el otro también cambie en consecuencia. Para bien o para mal. Y, por cierto, dichos cambios a veces implicarán que nos apartemos de esa persona y paguemos el alto precio de iniciar un proceso de duelo.
Para una relación saludable, ya sea que se trate de vínculos de pareja o de otras formas vinculares que dependen del afecto, es importante que los roles puedan ser intercambiables. Quien ama, debe ser amado; quien siempre está dispuesto a escuchar, debe ser escuchado cuando necesita expresarse; quien está presuroso por socorrer al otro, también debe poder contar con el auxilio de ese otro cuando lo requiera; quien da a alguien un lugar de prioridad, también debe ser prioritario para ese alguien. Y si estas condiciones no se cumplen, hablamos de un desbalance entre lo que se da y lo que se recibe, de vínculos insanos porque alguien los padece. En resumidas cuentas, hablamos de equilibrar la balanza cuando hablamos de respeto, de afecto, de amor. •