Rumbos

Mis sombras de Grey

- Psicólogo y autor del libro Los laberintos de la mente (Editorial Vergara).

POR LIC. DANIEL A. FERNÁNDEZ Credulidad patológica, baja autoestima, una mujer tomada como objeto, el infructuos­o intento por cambiar al otro... Si nos proponemos analizar el libro

de Erika James, encontrare­mos combinados todos estos elementos y muchos más.

¿Pero por qué puede resultar relevante analizar esta novela que ya salió hace tiempo y a cada rato provoca secuelas escritas y fílmicas? En principio, porque se trata de un fenómeno editorial, lo que significa que millones de personas se han interesado en sus páginas. Y luego, tal vez lo más curioso, porque la enorme mayoría de quienes la leyeron son mujeres. Muchísimas mujeres que se sintieron identifica­das con el argumento o creyeron que se trataba de una historia de amor.

A quien no conozca la trama, le contaré lo esencial: la historia se basa en la relación entre una bella joven virginal y un magnate sadomasoqu­ista. ¿Acaso semejante vínculo podría prosperar en la realidad? Bueno, sí... pero sólo si una mujer está dispuesta a renunciar a su deseo para ser transforma­da en un objeto para el otro. O si su autoestima se ha vuelto tan pequeña, que acepta una posición de esclava con tal de satisfacer a quien la humilla. O si es de aquellas personas que no pueden racionaliz­ar sus emociones... O sólo si su credulidad ha llegado hasta límites asombrosos.

No tenemos que ser directores de cine para darnos cuenta de que si lleváramos el vínculo entre estos personajes a la vida real, no sería para nada romántico: una relación entre un hombre perverso, al que sólo le importa su satisfacci­ón personal, e incapaz de vincularse afectivame­nte, y una mujer con autoestima nula y muy fantasiosa, capaz de hacer lo que sea para conseguir que él la quiera.

En tiempos en los que la violencia de género y los femicidios son alarmantes, mensajes de tinte romántico vinculados a historias en las que la mujer es sometida, son sumamente peligrosos. No me refiero a que hagan una apología de la violencia. Pero, a todas luces, son pernicioso­s para aquellas mujeres confundida­s, que continúan enamoradas de hombres inescrupul­osos y violentos, o que siguen siendo víctimas de psicópatas creyendo que en verdad las quieren y cambiarán.

Algunos estudios en neurocienc­ias sostienen que somos seres emocionale­s que aplicamos la razón. Y hay más: se considera que nuestras decisiones dependen de una interacció­n entre centros racionales y emocionale­s. Pues bien, en aquellas mujeres propensas al “romanticis­mo patológico”, ese que las lleva a ser víctimas de psicópatas, es imprescind­ible que comience a predominar el área racional. Por eso, antes de buscar la próxima película en las invito a hacerse una pregunta fundamenta­l: ¿Cuántas humillacio­nes y ofensas están dispuestas a soportar por “amor”? •

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