La noche de las 42 copas
Participé en un evento que congrega a la crema y nata del mundo vitivinícola argentino, y estas son mis conclusiones.
Éramos casi 600 personas sentadas en hileras en el enorme salón de un hotel mendocino. Como alumnos aplicados, mientras nos servían los vinos escuchábamos atentos a los enólogos describir –con la emoción de quien describe a un hijo– los vinos de sus respectivas bodegas. El evento se llama Premium Tasting y reúne cada año a una multitud de sommeliers, enólogos, bodegueros, periodistas, gastronómicos y amantes del vino. Todos llegan a Mendoza para participar en esta gran cata a ciegas de etiquetas seleccionadas por haber obtenido altos puntajes en publicaciones especializadas de diversas partes del mundo. Este año probamos nada menos que cuarenta y dos vinos. Durante dos jornadas intensas –la primera dedicada a seminarios– se bebe vino, se respira vino, y por los pasillos no se habla de otra cosa. Aguzando la oreja en las charlas y metiendo la nariz en muchas conversaciones ajenas, logré sacar en limpio algunas ideas. Una, se viene la revancha definitiva de los vinos blancos: Argentina está haciendo blancos elegantes, frescos y de gran calidad, que cada vez tienen mejor acogida el exterior. Dos, la obsesión actual de los enólogos es la expresión del terruño: se busca que el vino sea fiel a la zona de la que proviene. Tanto si el viñedo es de Gualtallary, de las sierras cordobesas o de Altamira, en la elaboración hay que tratar de llevar a los vinos hacia el estilo que mejor exprese las particularidades de esas zonas, que cada vez son estudiadas a mayor profundidad. Además, se piensa en términos de microrregiones. Tres, sigue la búsqueda de vinos más frescos, sin tanta madera ni concentración. Queda abolido ese paradigma de los 90 y la industria le dice adiós a los “vinos fotocopia”, según la célebre frase que usaba el crítico Miguel Brascó para hablar de la monotonía del estilo de los vinos nacionales. Cuatro, las bodegas están virando decididamente hacia procesos más orgánicos, sostenibles y naturales. los pequeños productores argentinos se las traen, con bodegas boutique que elaboran fantásticos productos. Para tener en la mira. •