La Voz del Interior

Nada es para siempre

- Adrián Simioni

Esta semana, el economista Luciano Cohan recordó el extracto de un texto escrito hace décadas por otro economista, el cubano Carlos Díaz Alejandro, para describir a la economía argentina luego del golpe de Estado que liquidó antes de tiempo –y liberó de su propia decadencia– a la segunda presidenci­a de Juan Perón.

Imposible traducirlo todo, pero esta podría ser la síntesis de un texto que parece describir a la perfección lo que sucede hoy: “La mentalidad corporativ­a del régimen había resultado en una economía de baja capacidad de transforma­ción, donde productore­s, trabajador­es y consumidor­es esperaban que el Gobierno los cubriera de las tendencias indeseadas que surgían del mercado”.

La semana ha sido pródiga en ejemplos.

Barrilete “kósmiko”

La industria del fútbol, por caso, logró lo impensado. El gobierno de Mauricio Macri había dicho que, a disgusto y contra sus principios, iba a mantener el subsidio que estableció el Estado presente del progresism­o K para que muchos jugadores cobren fortunas multimillo­narias. Esta semana, leyendo las encuestas en la que el público dice rechazar ese subsidio –otra cosa es que luego soporte tener que pagar por ver fútbol–, el Presidente logró que los diarios titularan: “El Gobierno acepta que la AFA cancele el contrato de Fútbol para Todos”.

Claro que hasta para cancelar, el Estado tendrá que pagar. Pagar más. En los primeros seis meses del año, el subsidio a los clubes fue de 761 millones de pesos (384 mil pesos al mes por cada jugador que sale a la cancha con los 30 equipos de primera división). Y está sobre la mesa la “oferta” para que los clubes cobren otros 1.250 millones para la segunda mitad del año. O sea que, por lo pronto, lo más concreto que hay es una nueva suba del subsidio en un... ¡64 por ciento!

Autos caros

En Córdoba, el conglomera­do de la industria automotriz, al ver que el muerto no responde, se prepara para pedirle nuevos subsidios al Gobierno nacional (sí, adivinaste). Los industrial­es ya preveían, por la programaci­ón de producción y nuevos modelos de las terminales, que el año iba a ser difícil y que la cosa recién mejoraría en 2017. Pero la crisis en Brasil y el caprichoso segundo semestre que quiere llegar recién el año que viene a la Argentina, agravaron la situación.

Lo más importante que quiere pedir el anillo autopartis­ta cordobés son subsidios para los sueldos de los 13 mil empleos directos que quedan en el sector. Si se instrument­aran a través de “repros”, llamados así por el Programa de Recuperaci­ón Productiva que estableció esos subsidios, el Estado podría pagar hasta 8.060 pesos de los sueldos de cada trabajador del sector durante 12 meses.

Obviamente, es preferible que el Estado se meta en este tipo de auxilio temporal en vez de garantizar que las estrellas del fútbol de primera puedan seguir adquiriend­o mansiones en Marbella. Pero acá estamos ante un subsidio sobre el subsidio.

Argentinos y brasileños venimos pagando desde hace décadas un 35 por ciento más, como mínimo, por los coches que usamos (si es que los autos locales o brasileños fueran de la misma calidad que los que se hacen en otros países). Ese es el arancel externo común del Mercosur para los autos. Cuando esa protección se impuso, se suponía que iba a ser temporal y que en el entretiemp­o la industria ganaría escala y competitiv­idad para no necesitar más subsidios. Lo que se dice siempre, y nunca se cumple, bah.

LOS INDUSTRIAL­ES YA PREVEÍAN, POR LA PROGRAMACI­ÓN, QUE EL AÑO SERÍA DIFÍCIL.

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2017. Una luz de esperanza para las automotric­es.
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