La sentencia y el día después
EL FINAL DE LA CAUSA CONTRIBUIRÁ A PENSAR UN PAÍS QUE, SIN NEGAR NI OCULTAR SU PASADO, PUEDA AVANZAR HACIA UNA SOCIEDAD CADA VEZ MáS TOLERANTE.
Aquella noche fue larga y espesa en Córdoba, igual o peor que en todo el país. En la oscuridad, se asaltaban los sueños, se magullaba la carne y, finalmente, se mataba.
La mayoría de los ancianos que hoy escucharán qué condena les imparte una Justicia a la que no respetaron, comenzaron su tarea genocida en tiempos del llamado Comando Libertadores de América, durante el gobierno de Isabel Perón. Profundizaron sus métodos de tortura y fusilamiento durante la última dictadura, y su mesianismo los llevó a pensar que podrían extender su presencia durante los primeros años del gobierno de Raúl Alfonsín.
Muchos ya fueron juzgados y condenados en otras causas, pero está claro que la megacausa La Perla cobró la dimensión de un mojón histórico, al permitir conocer cuánto daño se hacía en las mazmorras cordobesas.
Desde nuestras páginas se desplegó una extensa cobertura a lo largo de cuatro años con los testimonios y alegatos presentados en los tribunales. Y el momento más trascendente, el de la sentencia, es el tema de nuestro Primer plano de hoy, con el detalle de todas las responsabilidades imputadas por la acusación.
Esa llaga que padeció el país en la década de 1970 seguirá abierta y su existencia no puede ser negada, pero asoma necesario cortar con el ancla temporal que en algunos casos no permite avanzar u otorga carácter épico a un tiempo de violencia extrema.
Con los genocidas y sus colaboradores condenados por la Justicia de la democracia, el final de la megacausa seguramente contribuirá a pensar en un país que, sin negar ni ocultar su pasado, pueda avanzar hacia la construcción de una sociedad cada vez más tolerante. En una Argentina donde las posiciones antagónicas sirvan para consensuar caminos hacia el bienestar, en lugar de profundizar divisiones de décadas que sólo contribuyen al estancamiento y al riesgo de repetir errores de otro tiempo.