La Voz del Interior

Tras 50 años, dos hermanas volvieron a encontrars­e

Aurelia y María Irusta son hermanas, pero desde niñas fueron separadas tras una tragedia familiar, en el sur cordobés. Ninguna supo de la otra, hasta que medio siglo después llegó el encuentro que ya ni soñaban.

- Denise Audrito Correspons­alía

RÍO CUARTO. “Yo tengo una hermana”, insistía siempre en contarle a todo el mundo Aurelia Irusta, cuando era una niña. Pese a que tenía 10 años cuando murió su mamá y las separaron, jamás olvidó la manito de María, de 8, saludándol­a y alejándose.

Muchos recuerdan en Coronel Moldes –pueblo del sur cordobés– la triste historia de una mujer, madre de ocho hijos, que en medio de una feroz tormenta trató de llegar al pueblo, para la comunión de su hija, y murió arrastrada por la correntada de un arroyo. Fue el 8 de diciembre de 1966.

“Dos días después del entierro vino una tía de Buenos Aires, que no tenía hijos y nos quiso llevar a las dos. Yo me resistí, por mis hermanos. Pero a ella, que era más chiquita, se la llevaron. Eramos chicos medio ariscos, criados en el campo, hasta nos escondíamo­s cuando veíamos gente, pero yo siempre le decía a todos los que podía: ‘Yo tengo una hermana’ y preguntaba cuándo me la iban a traer”, recuerda Aurelia, que hoy tiene 60 años.

A María Irusta muchas expli caciones no le dieron sobre su familia, a punto tal que llegó a creer que la habían olvidado. El único recuerdo que tenía de su niñez era tremendo: la imagen de su mamá en una camioneta, tapadita, ya fallecida.

María se crió prácticame­nte sola en Buenos Aires, se casó a los 19 años y quedó viuda a los 41. Tiene tres hijos y cuatro nietos.

Jamás imaginó que su hermana Aurelia la buscaba desesperad­amente y hasta había ido al programa Gente que busca Gente, de la televisión porteña, para tratar de ubicarla. La buscaban en el partido Tres de Febrero, de Buenos Aires, porque ese era el único dato que tenían de su posible paradero. Pero para entonces, María hacía mucho que se había mudado a Hurlingham.

El milagro

Fue un cumpleaños de unos parientes lejanos, en Vicuña Mackenna, lo que permitió que las hermanas volvieran a unirse. Según cuenta Aurelia, parientes de distintos lugares se juntaron en esa fiesta familiar y en la charla surgió la historia de la nena que habían llevado a Buenos Aires. Alguien contó que había tenido un contacto con ella y conservaba un teléfono.

Una vecina se ofreció a acer carle el número a Aurelia, en Coronel Moldes y, sorpresiva­mente, después de 50 años, las hermanas pudieron comunicars­e.

María tiene 59 años, trabaja como auxiliar en un jardín maternal en provincia de Buenos Aires. Cuenta agradecida que todos en el establecim­iento colaboraro­n para que pudiera viajar urgente a Córdoba. Sacó pasaje hasta Vicuña Mackenna adonde Aurelia, con una vehículo facilitado por el gremio Uatre, llegó también puntual a la terminal, a las 16.40.

Ambas estaban nerviosas esperando ese abrazo, que ya nunca olvidarán.

Esa llamada

“Me trajeron el número de teléfono el martes 13, yo pensé que era una cargada. A las 14 me animo, llamo y pregunto: ‘¿Estoy hablando con María Irusta? Habla tu hermana’ ¡No lo podía creer! Ella se vino y pasamos un fin de semana hermoso”, cuenta Aurelia a La Voz.

“Yo sabía que tenía parientes en Córdoba, pero estaba como enojada porque pensaba que nunca me habían buscado. Quienes me criaron nunca me ofrecieron ver a mis hermanos. Después me enteré que me habían querido adoptar y mi papá no aceptó”, explica a su vez María, que siempre conservó el apellido Irusta.

María pudo reencontra­rse ahora con seis de sus siete hermanos. Hay uno que vive en Ushuaia, con el que se comunicó por teléfono.

Gustavo Gil, periodista de Río Cuarto e hijo de Aurelia, cuenta que desde muy chiquito su mamá le contaba que tenía una hermana. “Ella siempre la buscó, tantos años. Ahora es impresiona­nte la alegría que tienen, este fin de semana parecían dos nenas como charlaban”, testimonia.

“Todo ha sido muy lindo, la he disfrutado a María. Hemos conversado tanto y nos falta tanto. Es una alegría tan grande, no sé cómo la voy a procesar con el correr de las horas. Ya me está costando despedirme, pero lo por lo menos sé que conseguí encontrarl­a, ahora sé donde está. La vida nos separó 50 años y la vida nos volvió a unir para siempre”, expresa Aurelia, agradecida a todos los que ayudaron para que pudiera cumplir con su desvelo.

 ?? (FM RADIO CIUDAD) ?? Abrazo esperado. María llegó a Coronel Moldes desde Buenos Aires, tras ser contactada por Aurelia. Cuando recibió el llamado, no podía creer que era su hermana. Pensaba que nunca la habían buscado.
(FM RADIO CIUDAD) Abrazo esperado. María llegó a Coronel Moldes desde Buenos Aires, tras ser contactada por Aurelia. Cuando recibió el llamado, no podía creer que era su hermana. Pensaba que nunca la habían buscado.

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