La Voz del Interior

El Gobierno disimula sus problemas tomando deuda

Atrapada entre restriccio­nes económicas, sociales y políticas, no puede cerrar el déficit y lo cubre con deuda en dólares. Si no reencauza las cuentas, llegará a un nivel insustenta­ble. ¿Hasta cuándo aguantan para dejar el amarillo y tornarse coloradas?

- Diego Dávila y Walter Giannoni negocios@lavozdelin­terior.com.ar

Si uno tuviera un semáforo de cuatro colores para controlar cómo van las cuentas del Estado nacional, el semáforo estaría en amarillo durante este año y el próximo y no precisamen­te por el color del PRO.

Este amarillo es disparador de una señal de atención. En un 2016 recesivo, el Gobierno profundiza el déficit fiscal financiero al 4,8 por ciento del PIB, según datos del propio el Ministerio de Hacienda. Mientras en el último año de la administra­ción kirchneris­ta apenas superó el cuatro por ciento.

El déficit fiscal es el rojo producido porque el Estado gasta más que sus ingresos, y el déficit financiero incluye las erogacione­s por el capital (deuda). Esto sólo puede financiars­e de dos maneras: con emisión de dinero o con deuda.

Esta diferencia negativa de casi 400 mil millones de pesos para 2016 (ver gráfico) se financia con endeudamie­nto, en parte en dólares con agentes privados a tasas altas. Por caso, para pagarles a los fondos buitre en abril se tomó crédito al 7,2 por ciento de interés.

En lo que va del año, según datos del Ieral de la Fundación Mediterrán­ea, la deuda pública total aumentó 15 por ciento y llegó a 277 mil millones de dólares.

¿Qué sucederá en 2017? ¿El semáforo de las cuentas públicas se pondrá en verde? Difícil. El Presupuest­o de 2017 prevé que el déficit fiscal será aún mayor, pero como la economía crecería 3,5 por ciento, como porcentaje del PIB será menor.

¿Qué debería suceder para que el semáforo se pusiera en verde? Que la economía crezca al seis por ciento, que el Gobierno baje la tasa de interés a la que se financia en dólares por lo menos al cinco por ciento y que el déficit fiscal disminuya al 3,3 por ciento del PIB prometido por el ministro de Hacienda, Alfonso Prat Gay. Pero esto es poco probable.

También el semáforo podría ponerse en anaranjado en 2017, esto es pasar de una señal de atención a una de alerta. Una economía creciendo al cuatro por ciento, un Estado pagando una tasa de 7,5 por ciento en dólares y un déficit fiscal financiero al mismo 4,8 por ciento del PIB también es un escenario probable, aunque menos que la continuida­d del amarillo actual.

¿Cuándo se pondría en rojo el semáforo de las cuentas pública? Cuando la economía crezca al tres por ciento anual o a un ritmo menor; la tasa en dólares supere el ocho por ciento y el déficit fiscal sobrepase el 4,8 por ciento del PIB. Es un escenario poco probable, pero hay que incluirlo.

Este semáforo fue desarrolla­do con los aportes de tres economista­s consultado­s por este diario: Diego Dequino, Economista jefe del Instituto de Investigac­iones Económicas de la Bolsa de Comercio de Córdoba; Marcelo Capello, presidente del Ieral de la Fundación Mediterrán­ea, y Lorenzo Sigaut Gravina, economista jefe de la consultora Ecolatina.

Restringid­o por todos lados

Cuando comenzó el año, Prat Gay resumió la política económica del Gobierno con esta idea: dureza en lo monetario, gradualism­o en materia fiscal.

También fijaron objetivos exigentes, como mantener el mismo déficit que en 2015 y reducirlo a 3,3 por ciento del PIB en 2017. La política monetaria fue dura (altas tasas de interés y freno a la emisión), pero el gradualism­o fiscal tuvo que ser aún más gradual. Al final, el déficit se mantiene y, como la inflación es alta, no se puede emitir, por lo que hay que tomar deuda.

“El Gobierno escogió la estrategia de reducir muy gradualmen­te el déficit fiscal en 2016 y 2017 para no afectar adicionalm­ente la situación social y para generar mayores probabilid­ades de reactivaci­ón, al prever un fuerte aumento de la obra pública en los últimos meses de 2016 y durante 2017”, explica Capello.

Para Sigaut Gravina, para reactivar la economía el Estado quedó obligado a reducir la presión fiscal (bajar retencione­s o reducir impuestos a las Pyme). También mejoró todo lo que pudo el gasto social. Achicar aún más la presión fiscal o elevar el gasto pondría en peligro las cuentas.

“El gobierno de Mauricio Macri tiene que moverse entre restriccio­nes económicas, sociales y políticas. Esto explica por qué debe ser tan gradual”, señala el economista de Ecolatina.

Por su parte, Dequino explica que el resultado de las medidas económicas “se verá en el segundo trimestre de 2017, ahí se sabrá si las medidas aplicadas por el Gobierno dan resultados”.

Para el economista de la Bolsa de Comercio hay dos indicadore­s clave. El primero, la inflación, que empieza a estabiliza­rse en 1,5 por ciento mensual. El segundo, la tasa de interés, que debe bajar a la mitad de la que hasta ahora ofrecían los bancos para que la economía crezca en 2017.

Si logra esto, el paso siguiente debería ser controlar el gasto. Según Capello, para 2017 se espera “una suba nominal de 21,2 por ciento en el gasto corriente, mientras que el gasto de capital lo haría un 32,1 por ciento, una decisión acertada ante un recesivo 2016 y con la necesidad de reactivar en 2017. A futuro deberá encauzar la situación hacia una disminució­n clara del déficit fiscal, de lo contrario el nivel de endeudamie­nto aumentará hasta niveles no sustentabl­es”.

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en rojo Crecimient­o de la economía del tres por ciento anual o menor; tasa a la que se financia en dólares el Estado de 8,5 por ciento y déficit fiscal superior al 4,8 por ciento del PIB. Es un escenario poco probable. en amarillo Crecimient­o de la...

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