Medio ambiente
El catalizador transforma los gases tóxicos del escape en sustancias inertes. Cuando se rompe, el vehículo pierde rendimiento. Muchos optan por anularlo, ya que reemplazarlo es muy caro: de cinco mil a 15 mil pesos.
El catalizador es un repuesto de los automóviles que generalmente nadie cambia y que contamina el aire.
El catalizador transforma los gases tóxicos del escape. Cuando se rompe, muchos optan por anularlo por su elevado costo.
Cerca de los 80 mil kilómetros, es probable que el auto pierda rendimiento y potencia. El mecánico le dirá que el catalizador del sistema de escape está tapado o pinchado.
Cambiarlo puede costar entre cinco mil y 15 mil pesos. La mayoría de los conductores decide anularlo. En ese caso, el costo lo pagará la salud de todos.
La función del catalizador es transformar las sustancias tóxicas para las personas en gases inertes. Está ubicado en el conducto que conecta el motor y la salida del caño de escape.
El último informe de la Organización Mundial de la Salud señala que ocho de cada 10 personas que viven en zonas urbanas respiran aire con niveles de contaminación que superan los límites recomendados. La mayoría de esa contaminación proviene de los escapes de los autos. En 2012 murieron siete millones de personas por esta causa. A su vez, algunos gases de los autos aumentan el efecto invernadero, responsable del cambio climático, el desafío ambiental más importante que debe resolver la humanidad.
El catalizador está compuesto por una carcasa de acero inoxidable, la cual contiene bloques cerámicos con microconductos altamente porosos. Allí hay pequeñas cantidades de sustancias químicamente activas, como platino, rodio y paladio.
Estos elementos son metales tan caros como el oro, y catalizan las reacciones químicas necesa- rias para que el monóxido de carbono, hidrocarburos y óxidos de nitrógeno se transformen en sustancias más inocuas como dióxido de carbono, nitrógeno y agua. La legislación nacional (ley 24.449 y su reglamentación 779/95) exige la inclusión de este dispositivo en los vehículos que salen de fábrica. Los fabricantes deben garantizar los límites máximos establecidos de emisiones de escape durante 80 mil kilómetros.
“Pero la ley no regula la presencia ni estado de mantenimiento en autos usados”, comenta Sebastián Diez, becario posdoctoral de Conicet, especializado en contaminación atmosférica. Trabaja en la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (Conae) y en la Universidad Tecnológica Nacional (UTN Córdoba).
A esta falta de legislación se agrega el alto costo del repuesto: entre cinco mil y 15 mil pesos, según el modelo de auto. La consecuencia es que nadie reemplaza este repuesto. “Los conductores no saben para qué sirve y también hay desconocimiento en los talleres. Si la pieza vale unos 12 mil pesos, la cambian por otra que no vale más de mil pesos”, explica Jorge Oviedo, dueño de un taller mecánico en barrio Bella Vista.
Vida útil
Para Oviedo, el gran problema es la calidad del combustible: “La gente utiliza nafta súper, en lugar de premium, en autos que están diseñados para ese tipo de combustible. Hay que concientizar a la gente para que use combustible premium”. Diez agrega que el mal uso del vehículo disminuye la vida útil del catalizador. “Por ejemplo, arrancar el auto y ponerlo en movimiento inmediatamente, sin dejar que se alcancen las temperaturas de trabajo”, detalla.
Los catalizadores se incorporaron en los modelos que comenzaron a fabricarse en 1992 en Europa. La amenaza en ese momento era la lluvia ácida. Por esa época, también se dejó de vender la nafta con plomo, un metal pesado con graves efectos para la salud.
Diez estudia las emisiones vehiculares de diferentes ciudades del país. También encuesta a los conductores. Según los resultados parciales de Villa Carlos Paz, sólo 40 por ciento de los propietarios sabe que su auto posee catalizador. “En ningún caso reconoció que lo había reemplazado por otro, sino por una pieza de chapa”, comenta Diez.
El investigador asegura que muchos de los automovilistas afirmaron desconocer qué era y para qué servía un catalizador.
Controles flojos
Para Diez, los controles de la Inspección Técnica Vehicular (ITV) no son suficientes. “Se controlan algunos gases (monóxido de carbono, hidrocarburos sin quemar y humos negros), pero se dejan afuera sustancias que pueden afectar la salud (óxidos de nitrógeno y de azufre y el material particulado) y también las que provocan el cambio climático (dióxido de carbono, metano y óxido nitroso)”, dice. Entiende que en la ITV debería controlarse el catalizador. Y apunta que a pesar de que la Ley Nacional de Tránsito obliga a los propietarios de vehículos a realizar la ITV, la mayoría de los municipios de la provincia no adhirió a la normativa.