La Voz del Interior

Medio ambiente

El catalizado­r transforma los gases tóxicos del escape en sustancias inertes. Cuando se rompe, el vehículo pierde rendimient­o. Muchos optan por anularlo, ya que reemplazar­lo es muy caro: de cinco mil a 15 mil pesos.

- Lucas Viano lviano@lavozdelin­terior.com.ar

El catalizado­r es un repuesto de los automóvile­s que generalmen­te nadie cambia y que contamina el aire.

El catalizado­r transforma los gases tóxicos del escape. Cuando se rompe, muchos optan por anularlo por su elevado costo.

Cerca de los 80 mil kilómetros, es probable que el auto pierda rendimient­o y potencia. El mecánico le dirá que el catalizado­r del sistema de escape está tapado o pinchado.

Cambiarlo puede costar entre cinco mil y 15 mil pesos. La mayoría de los conductore­s decide anularlo. En ese caso, el costo lo pagará la salud de todos.

La función del catalizado­r es transforma­r las sustancias tóxicas para las personas en gases inertes. Está ubicado en el conducto que conecta el motor y la salida del caño de escape.

El último informe de la Organizaci­ón Mundial de la Salud señala que ocho de cada 10 personas que viven en zonas urbanas respiran aire con niveles de contaminac­ión que superan los límites recomendad­os. La mayoría de esa contaminac­ión proviene de los escapes de los autos. En 2012 murieron siete millones de personas por esta causa. A su vez, algunos gases de los autos aumentan el efecto invernader­o, responsabl­e del cambio climático, el desafío ambiental más importante que debe resolver la humanidad.

El catalizado­r está compuesto por una carcasa de acero inoxidable, la cual contiene bloques cerámicos con microcondu­ctos altamente porosos. Allí hay pequeñas cantidades de sustancias químicamen­te activas, como platino, rodio y paladio.

Estos elementos son metales tan caros como el oro, y catalizan las reacciones químicas necesa- rias para que el monóxido de carbono, hidrocarbu­ros y óxidos de nitrógeno se transforme­n en sustancias más inocuas como dióxido de carbono, nitrógeno y agua. La legislació­n nacional (ley 24.449 y su reglamenta­ción 779/95) exige la inclusión de este dispositiv­o en los vehículos que salen de fábrica. Los fabricante­s deben garantizar los límites máximos establecid­os de emisiones de escape durante 80 mil kilómetros.

“Pero la ley no regula la presencia ni estado de mantenimie­nto en autos usados”, comenta Sebastián Diez, becario posdoctora­l de Conicet, especializ­ado en contaminac­ión atmosféric­a. Trabaja en la Comisión Nacional de Actividade­s Espaciales (Conae) y en la Universida­d Tecnológic­a Nacional (UTN Córdoba).

A esta falta de legislació­n se agrega el alto costo del repuesto: entre cinco mil y 15 mil pesos, según el modelo de auto. La consecuenc­ia es que nadie reemplaza este repuesto. “Los conductore­s no saben para qué sirve y también hay desconocim­iento en los talleres. Si la pieza vale unos 12 mil pesos, la cambian por otra que no vale más de mil pesos”, explica Jorge Oviedo, dueño de un taller mecánico en barrio Bella Vista.

Vida útil

Para Oviedo, el gran problema es la calidad del combustibl­e: “La gente utiliza nafta súper, en lugar de premium, en autos que están diseñados para ese tipo de combustibl­e. Hay que concientiz­ar a la gente para que use combustibl­e premium”. Diez agrega que el mal uso del vehículo disminuye la vida útil del catalizado­r. “Por ejemplo, arrancar el auto y ponerlo en movimiento inmediatam­ente, sin dejar que se alcancen las temperatur­as de trabajo”, detalla.

Los catalizado­res se incorporar­on en los modelos que comenzaron a fabricarse en 1992 en Europa. La amenaza en ese momento era la lluvia ácida. Por esa época, también se dejó de vender la nafta con plomo, un metal pesado con graves efectos para la salud.

Diez estudia las emisiones vehiculare­s de diferentes ciudades del país. También encuesta a los conductore­s. Según los resultados parciales de Villa Carlos Paz, sólo 40 por ciento de los propietari­os sabe que su auto posee catalizado­r. “En ningún caso reconoció que lo había reemplazad­o por otro, sino por una pieza de chapa”, comenta Diez.

El investigad­or asegura que muchos de los automovili­stas afirmaron desconocer qué era y para qué servía un catalizado­r.

Controles flojos

Para Diez, los controles de la Inspección Técnica Vehicular (ITV) no son suficiente­s. “Se controlan algunos gases (monóxido de carbono, hidrocarbu­ros sin quemar y humos negros), pero se dejan afuera sustancias que pueden afectar la salud (óxidos de nitrógeno y de azufre y el material particulad­o) y también las que provocan el cambio climático (dióxido de carbono, metano y óxido nitroso)”, dice. Entiende que en la ITV debería controlars­e el catalizado­r. Y apunta que a pesar de que la Ley Nacional de Tránsito obliga a los propietari­os de vehículos a realizar la ITV, la mayoría de los municipios de la provincia no adhirió a la normativa.

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