El ladrón del tiempo Pablo Leites
En menos de un año, las distopías planteadas por la serie Black Mirror se convirtieron en un lugar común cuando se trata de reflexionar sobre lo que rodea a esta posmodernidad en la que vivimos. Tal vez el secreto de la serie de Netflix consista en no ser futurista en el sentido tradicional del género, sino en explorar las consecuencias de avanzar muy poco más en la tecnología y en las redes sociales de las que disponemos hoy, e imaginar qué sucedería.
En las referencias argumentales secundarias de “Quinientos millones de méritos”, segundo capítulo de la primera temporada, se cuela un sistema de visualización obligatoria de comerciales entre los contenidos audiovisuales, cancelables sólo a un elevadísimo costo en “méritos”, como denomina el guion a la retribución seudomonetaria que reciben los ciudadanos. No importa si al destinatario le interesan los spots, o si hay una intención de consumo manifiesta, la cuestión es exponerse a esos anuncios.
Por suerte, estamos lejos de eso en la vida real. ¿No? Un corte
Esta semana se conoció extraoficialmente que Facebook tiene pensado incluir publicidad en los videos que se publiquen en su plataforma, aunque con un ajuste respecto de YouTube, su principal competencia: los avisos no irán antes, sino luego de transcurridos los primeros 20 segundos de lo que sea que intentemos ver. En principio, aseguran, los contenidos “caseros” quedarán fuera de esta modalidad y solamente se aplicará en videos que tengan un fin comercial (y ahí entran desde tráileres de películas hasta clips de noticias).
No es nuestro dinero lo que quiere Zuckerberg, sino nuestro tiempo... para convertirlo luego en dinero. Hace unos meses, tres españoles desarrollaron Facebook Data Valuation Tool, una herramienta que calcula qué tan monetizable es nuestra actividad en la red social para la compañía que nos da el servicio “gratis”.
Por supuesto, la instalé. Sin hacer clic en ningún aviso, mi perfil le reportó a Facebook más de 2.300 dólares en el último mes, que salieron de los bolsillos de anunciantes que pensarán que yo miré algún spot de su marca. No lo hice y no es tanta plata, aunque si lo multiplicamos por 1.800 millones de usuarios como yo, la cuenta se pone interesante. Concentrada
Sin que se haya producido aún ese cambio en la publicidad dentro de los videos, Facebook es hoy una de las dos compañías que se reparten –según datos conservadores de 2015– el 75 por ciento de toda la plata que se invierte en publicidad on line en el mundo. La otra es Google.
¿Más gráfico? Casi ocho de cada 10 dólares que se invierten en avisos en soporte digital son para Facebook y Google. No es un monopolio solamente porque es un duopolio.
A todo esto, Facebook reconoció en octubre que por un “error” en la lectura de sus datos “infló” en un 80 por ciento las estadísticas de las reproducciones en video. En vista de que el precio de su publicidad se basa en el alcance y en el tiempo, pifiarla justo ahí no puede menos que levantar sospechas.
Si todo esto fuera un capítulo de Black mirror, podría llamarse “El tiempo es oro”. En la vida real, vale bastante más que el metal precioso y alguien lo quiere todo para sí.
Facebook planea incluir publicidad en los videos que se suban a esa red. los comerciales no irán al principio, sino Transcurridos 20 segundos de lo que sea que nosotros intentemos ver.